Esta es la frase y el deseo que más estamos pronunciando a los que nos encontramos y que más estamos oyendo de parte de los demás en estos días primeros del mes de enero de 2021.
Una felicitación del nuevo año que siempre puede tener escondido un deseo profundo de algo que estamos necesitando para este año que comenzamos.
Con este ¡Feliz Año Nuevo!, estamos deseando a los demás un nuevo año sin muertos por causa de la pandemia cruel que estamos sufriendo, como los ha habido en el 2020 que ahora terminamos.
Les deseamos a todos y ellos lo hacen igual con nosotros, un año lleno de paz y de salud para poder desarrollar nuestra vida sin sobresaltos, sin miedos ni temores al contagio propio ni a contagiar a otros. Paz de corazón y en el corazón propio y en el de nuestras familias para seguir queriéndonos, disculpándonos y perdonándonos.
Un nuevo año en el que pedimos al Señor un nuevo anhelo por el que luchar, olvidando todo lo malo que tenemos nosotros o descubrimos en los demás y que seguro que va a seguir existiendo, para que seamos capaces de hacernos la vida un poco más fácil y feliz los unos a los otros.
Un nuevo año es una página en blanco que se abre y se nos ofrece en la vida de cada uno de nosotros y que a todos nos gustaría escribir con la mejor de las caligrafías, avanzando en la consecución de aquello que tantas veces hemos intentado, añorado y por lo que hemos luchado, pero no lo hemos terminado de conseguir. Queremos un nuevo año que nos permita tener un trabajo estable, que nos ayude a sentirnos realizados como personas y podamos traer el pan para nuestra familia.
Queremos un año nuevo en el que desaparezcan las diferencias sociales, que ofrecen un mundo dividido entre los que les sobra todo y de todo y aquellos que no tienen ni lo más necesario para vivir; un año en el que se respeten los derechos de todos y, especialmente, los derechos de los más pobres y vulnerables en sus derechos tan fundamentales como son el derecho a la vida y a una vida digna.
Estamos deseando un nuevo año sin muertos a causa de la pandemia
Al comienzo de un nuevo año, pedimos al Señor y así se lo deseamos con esa frase de ¡Feliz Año Nuevo!, que todos favorezcamos y cultivemos la cultura de la vida y no de la muerte, a pesar de las leyes aprobadas por el parlamento español del aborto y de la eutanasia, que no garantizan la vida sino permiten y favorecen la muerte de los no nacidos o de los enfermos terminales, con el pretexto y bajo palabras bonitas de darles derecho a una muerte digna.
Nosotros, los cristianos, y todos los hombres de buena voluntad, sabemos que el único que puede disponer de la vida es Dios. Hemos de escuchar la voz del Magisterio de la Iglesia en favor de la defensa de la vida y escuchar también a todos los enfermos terminales que, cuando se les quita el dolor físico, cosa que es siempre posible hoy, y se les acompaña desde el cariño, la compañía y la entrega de la familia, y desde la atención espiritual a los mismos, lejos de pedir la muerte, aun en medio de su situación terminal, sienten paz y quieren seguir viviendo. Estos son los cuidados paliativos, que valoran y garantizan la vida digna a esos enfermos. Para evitar el dolor de la enfermedad, no matan al que los sufre, sino que ayudan a acompañarlo y estar a su lado, ofreciendo compañía, ayuda y esperanza en esos momentos críticos para el ser humano.
Deseamos a todos un año nuevo en el que hagamos una apuesta por el amor
Deseamos a todos un año nuevo en el que hagamos una apuesta por el amor, tanto a los más próximos, a los que tantas veces tendremos que disculpar y perdonar, como a los que no están tan cercanos, especialmente los más necesitados de nuestra sociedad, los más necesitados de amor y de lo más necesario para vivir, para que siempre seamos solidarios y buenos samaritanos que les tendamos nuestra mano para auxiliarlos. En la mano del hermano necesitado nos vamos a encontrar siempre con la mano de Dios.
Nuestro deseo de un feliz año nuevo debe ser y debe suponer para todos un compromiso de poner, por nuestra parte, cuanto esté en nuestras manos para contribuir a que los demás sean un poco más felices, dejando que el Dios que ha nacido entre en nuestra vida y nos transforme según su voluntad y ayudando a que otros descubran la llamada del mismo Dios en la suya y lo dejen entrar para que le puedan seguir.
¡Feliz Año Nuevo para todos vosotros, queridos diocesanos!
+ Gerardo
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