
Celebramos este domingo la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
La solemnidad del Corpus Christi es una fiesta muy arraigada en nuestras comunidades cristianas, como una fiesta especial de adoración al Señor, de adoración al amor de los amores, a Cristo sacramentado que ha querido quedarse entre nosotros.
Es una fiesta de concienciación en las comunidades cristianas de la presencia real de Cristo en la eucaristía. Cristo subió al cielo, pero se quedó sacramentalmente presente entre nosotros en este mundo.
En todos nuestros pueblos, por pequeños que sean, no falta la procesión con la custodia, en la que va y está presente el Señor sacramentado, para que los que la contemplemos lo adoremos y le rindamos nuestro amor más sincero.
La fiesta y la procesión del Corpus no es una procesión más, ni la típica de una determinada comunidad cristiana, es la procesión de las procesiones, es la procesión que tiene un sentido especial. En ella cantamos todos el himno a Jesús sacramentado: «Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor, Dios está aquí. Venid, adoradores, adoremos a Cristo redentor. Gloria a Cristo Jesús. Cielos y tierra, bendecid al Señor. Honor y gloria a ti, Dios de la gloria; honor por siempre a ti, Dios del amor».
Esta canción, que hasta hace no mucho tiempo cantábamos todos porque la sabíamos todos, es una invitación a adorar a Cristo presente en nuestras calles y entre nosotros.
En la mano que nos tiende el pobre nos encontraremos con la mano de Dios
Es una procesión en la que se respira un respeto especial. No es la clásica procesión con el santo de nuestra devoción, sino con el Santo de los Santos, con el mismo Cristo que se hace presente en las calles. La gente guarda silencio y adora al «amor de los amores». Es magnífico y emocionante cómo la gente, al pasar la custodia, se arrodilla y se santigua y explica a los niños su significado de por qué lo hacen así.
Nunca nos olvidemos de mostrar este respeto, amor y adoración al paso de Cristo en la custodia cerca de nosotros. Cristo, que es nuestro Dios cercano, que tanto nos ha amado que ha entregado su vida por nosotros y aparece presente en nuestro mundo y en nuestra vida, cumpliendo su promesa de que estaría todos los días con nosotros hasta el fin del mundo.
El Corpus es la fiesta de la presencia de Cristo en los pobres y de la caridad cristiana con ellos, a los que no podemos olvidar como creyentes en Cristo que somos.
El mismo Cristo que sale a nuestras calles y va en la custodia se identifica con los desheredados de la tierra. No podemos adorar a Cristo presente en la custodia y permitir que los pobres no tengan lo suficiente para vivir dignamente.
El mismo Cristo que sale a nuestras calles y va en la custodia se identifica con los desheredados de la tierra
Por eso, el Corpus es una llamada a todos los cristianos y a todos los seres humanos de buena voluntad a compartir con ellos lo nuestro, nuestros bienes, una llamada a que nos comprometamos a tener presentes a los pobres y ayudarlos a aliviar sus pobrezas, sean del tipo que sean.
Es el mismo Cristo el que nos dice:
— «Lo que hagáis con uno de ellos conmigo lo hacéis».
— «Porque tuve hambre y me disteis de comer».
— «Cada vez que lo hicisteis con uno de ellos conmigo lo hicisteis».
— «En esto conocerán que sois discípulos míos».
Por eso la mejor manera de celebrar la fiesta del Corpus Christi es:
— Adorando a Dios en la custodia.
— Atendiendo con nuestra limosna y nuestro compartir con los necesitados.
Ojalá que hoy todos seamos capaces de fijar nuestra mirada y nuestro corazón en Cristo sacramentado, pero sabiendo descubrir y adorar también a Cristo que se identifica con los últimos, los pobres y desheredados de la tierra. Porque la presencia de Cristo en la custodia por nuestras calles nos lleva a reconocerlo y atenderlo en los pobres con los que se identifica; porque adorar y venerar a Cristo en la eucaristía, comporta y compromete a honrarlo y venerarlo asistiéndolo en los pobres y necesitados y compartir con ellos lo que nosotros tenemos porque lo hemos recibido de Dios, porque en la mano que nos tiende el pobre y en su necesidad nos encontraremos con la mano de Dios.
+ Gerardo
-
domingo, 15 de junio de 2025
- Jornada Pro orantibus
-
domingo, 8 de junio de 2025
- El Jubileo de la esperanza (VI)
-
domingo, 1 de junio de 2025
- Junio, mes del amor
-
domingo, 25 de mayo de 2025
- María, mujer de fe
-
domingo, 18 de mayo de 2025
- Las primeras comuniones y las confirmaciones de los hijos
-
domingo, 11 de mayo de 2025
- María, modelo de escucha
-
domingo, 4 de mayo de 2025
- El Jubileo de la esperanza (V)
-
domingo, 27 de abril de 2025
- Señor mío y Dios mío
-
domingo, 20 de abril de 2025
- El Señor ha resucitado, ¡aleluya!
-
domingo, 13 de abril de 2025
- Semana Santa, semana del amor entregado
-
domingo, 6 de abril de 2025
- El Jubileo de la esperanza (IV)
-
domingo, 30 de marzo de 2025
- El padre bueno y el hijo que se marcha de casa
-
domingo, 23 de marzo de 2025
- El sacerdote, sembrador de esperanza (II)
-
domingo, 16 de marzo de 2025
- El sacerdote, sembrador de esperanza
-
domingo, 9 de marzo de 2025
- La Cuaresma, tiempo de conversión
-
domingo, 2 de marzo de 2025
- El Jubileo de la esperanza (III)
-
domingo, 16 de febrero de 2025
- Día de San Valentín, fiesta de los enamorados
-
domingo, 9 de febrero de 2025
- Compartir es nuestra mayor riqueza
-
domingo, 2 de febrero de 2025
- El Jubileo de la esperanza (II): ¿Por qué peregrinos de la esperanza?
-
domingo, 26 de enero de 2025
- El Jubileo de la esperanza (I)
Listado completo de Cartas