
Queridos diocesanos:
El mes de mayo es el mes dedicado a María, nuestra madre. Un mes que nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre ella, de descubrir sus virtudes más importantes y de descubrir la llamada que el Señor nos hace a través de su persona y de su vida.
Uno de los fenómenos que se están repitiendo en el mundo actual es de la «globalización» que afecta a todos los aspectos de la vida. Una globalización que puede afectar también a todo cuanto se refiere a la indiferencia por la fe, por Dios, por los valores evangélicos, etc. Hoy nos encontramos con muchas personas que están afectadas por esta indiferencia por todo cuanto suene a Dios, a la fe, a los valores del Evangelio. El papa Francisco nos advertía que los cristianos no podemos formar parte de esta globalización de la indiferencia porque Dios, no solo no es indiferente a nosotros, sino que se interesa y mucho por cada uno de nosotros; para Él somos muy importantes.
María fue la mujer que tuvo siempre un verdadero interés por Dios, por lo que Él le pedía, por sus planes, estuvo siempre atenta a lo que Dios le pedía y, llena de disponibilidad personal, respondió con generosidad a los planes de Dios sobre ella.
María estuvo continuamente a la escucha de la voz de Dios, de la Palabra de Dios, para hacerla suya y convertir lo que Dios le decía en la norma más importante de su vida.
Hoy, nosotros, las personas del siglo XXI, estamos mucho más atentos a las llamadas que se nos hacen desde el mundo, a convertir el dinero en el verdadero Dios, al que adoramos, por el que nos movemos y al que ofrecemos nuestros esfuerzos y nuestra vida. Estamos más atentos a las llamadas del mundo que a las llamadas que recibimos de Dios, que para muchos no tiene ningún interés, son indiferentes a su persona y a su mensaje.
Como cristianos tenemos que examinar cuál es nuestro verdadero Dios. ¿Es ese Dios Padre que nos ama, nos perdona, se interés por nosotros y da sentido a nuestra vida; con quien cuento, al que rezo y trato de ser fiel a mi identidad de seguidor de Cristo, o nuestro dios es el que nos ofrece la sociedad: el tener, el poder, el gozar, al cual servimos y adoramos como si fuera el verdadero Dios?
María es el modelo de servicio, de ayuda y solidaridad ante quien la necesita
María es modelo de valoración de Dios y de interés por él y, en este mes de mayo, nos llama desde su propia vida y su ejemplo a que nosotros lo valoremos, lo dejemos que entre en nuestra vida y ocupe el puesto central que le debe corresponder, tanto en nuestra vida personal como en nuestra vida familiar o social. Dios no puede ser un apéndice a nuestra vida, deber ser el más importante, el que ocupe el corazón, la mente y el actuar de cada uno de nosotros que nos decimos seguidores y discípulos de Cristo. Debemos estar con el corazón bien abierto para escucharlo, para conocer lo que él espera de nosotros y responderle como hizo María.
La Virgen María es esa persona que en todo momento de su vida estuvo disponible a los planes que Dios le iba comunicando, y le respondió con plena disponibilidad y total generosidad, anteponiendo los planes de Dios a los propios y respondiendo al Señor con un corazón lleno de confianza: Fiat mihi secundum Verbum tuum. «Hágase en mi según tu Palabra”. Esta va a ser continuamente y siempre su respuesta: en los momentos buenos, cuando a su hijo lo proclaman las multitudes como un gran predicador y un gran milagrero; pero también en los momentos duros y difíciles, cuando es condenado y muere en la cruz como un malhechor, ella sigue diciendo: «Hágase en mi según tu palabra».
Toda la vida de la Virgen va a ser un continuo estar al servicio del plan de Dios sobre ella, vive desde ese plan de Dios y al servicio del mismo, olvidándose e incluso contradiciendo sus propios planes personales.
Dios tiene también su plan sobre cada uno de nosotros ¿Conocemos realmente lo que Dios quiere de nosotros? ¿Nos preguntamos muchas veces qué es lo que Dios me pide en este momento o con esta persona o en esta circunstancia? Porque Dios habla por medio de su palabra, de las personas, de los acontecimientos que suceden en nuestra vida, y nos expresa su voluntad a través de distintos medios. Por eso, hemos de preguntarnos continuamente qué es lo que Dios quiere de mí. Y cuando vamos viendo por donde nos llama el Señor, ¿vamos dándole una respuesta generosa a su llamada?
Toda la vida de la Virgen va a ser un continuo estar al servicio del plan de Dios sobre ella
María fue un verdadero modelo de solidaridad y de servicio a todos los que la necesitaban: sirvió a su hijo como madre en todo momento, sirvió a los apóstoles a los que acompañó en los momentos más duros para ellos, como fueron los de los días que siguieron a la muerte del maestro; sirvió a los novios que en Caná iban a hacer el ridículo, y ella se anticipa a ellos para pedirle a Jesús un milagro; sirvió con gusto a su prima Isabel en el momento en el que toda mujer necesita de la asistencia y atención de otra, como es el momento de dar a luz a un hijo.
Nosotros hablamos mucho de solidaridad, de estar al servicio de los demás. ¿Es esta actitud que María vive con los demás la que solemos tener nosotros, o más bien pensamos en qué nos pueden servir los demás o cómo podemos servirnos de ellos?
María es modelo de servicio, de ayuda y de solidaridad ante quien la necesita.
María es siempre un modelo de virtudes humanas y cristianas. Por eso, en nuestra vida como personas y como creyentes, tenemos necesidad de volver nuestros ojos a ella para ver como ella vivió su vida, desde qué actitudes construyó su existencia, y debemos tratar de encarnarlas en nuestra propia vida porque, desde luego, en ella encontramos un modelo de lo que tiene que ser una buena persona y una cristiana auténtica.
Que este mes de mayo volvamos nuestra mirada a la Señora, a la Madre, porque en ella encontraremos el verdadero modelo a imitar y, desde esta actitud, estaremos viviendo realmente la auténtica devoción a la Virgen María. Que, además de rezarle pidiendo su protección y auxilio, pide de nosotros que imitemos sus actitudes y sus virtudes, porque ella es modelo de persona y de creyente.
+ Gerardo
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