Comenzamos un nuevo curso

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    Queridos amigos: Re­cibid mi más cordial saludo después de los meses estivales.
    Pasaron las va­caciones y vuelve la vida normal, el tajo de cada día con nuevas perspecti­vas, nuevos retos y nuevas esperan­zas.
    Con septiembre comenzamos un nuevo curso, que tiene que ser ne­cesariamente distinto de los demás, porque este curso viene definido por nuevos eventos realmente impor­tantes que lo configuran: el Octubre Misionero, la incorporación a la pro­gramación del contenido pastoral en la evangelización de los jóvenes de la exhortación apostólica Christus vi­vit, el funcionamiento ya por segun­do año de las Unidades de Acción Pastoral constituidas, el Sínodo de los laicos, y un largo etcétera.
    Estos son acontecimientos, todos ellos, que deben llevarnos a encarar este curso 2019-2020 con todo el celo, el ardor pastoral, con un corazón lle­no de ilusión y esperanza, de tal ma­nera que produzca los frutos pasto­rales que tales eventos significan y deben suponer.
    Un nuevo curso con una nueva frescura y un celo pastoral renova­do y lleno de ilusión por parte de todos los agentes, sabiendo que el fruto de todos estos acontecimien­tos tan importantes que van a tener lugar tanto a nivel de Iglesia uni­versal, como de Iglesia en España y de Iglesia en Ciudad Real, depende fundamentalmente del Señor, pero también depende de nuestro entu­siasmo creyente y pastoral, de nues­tra esperanza y del trabajo que pon­gamos todos y cada uno de los que componemos la comunidad eclesial, porque como dice el papa Francisco: «Todos y cada uno de los cristianos, por el hecho de estar bautizados, so­mos y debemos ser auténticos agen­tes de evangelización».
     

    Desde aquí quiero hacer una llamada muy especial a todos a co­menzar este curso pastoral con una ilusión y esperanza renovadas


    Desde aquí quiero hacer una llamada muy especial a todos a co­menzar este curso pastoral con una ilusión y esperanza renovadas, de­jando los cansancios existenciales y de identidad, para sentirnos gozo­sos cada uno de ser lo que somos y de la misión que tenemos:
    A los sacerdotes, os invito a reno­var la esperanza, el trabajo, el celo pastoral, la alegría y el convenci­miento de la necesidad de nuestro ministerio y de nuestro trabajo pas­toral, olvidando desánimos pasados o experiencias negativas en los fru­tos pastorales.
    El momento actual es el más importante pastoralmente para nosotros porque es el que te­nemos en nuestras manos. El pasado ya pasó y no podemos vivir de ensoñaciones. El futuro no sabe­mos cómo ni qué será y por lo tanto, lo que se nos pide es el aprovecha­miento de este momento actual que nos ha tocado vivir, que para noso­tros es el mejor, porque es el único.
     

    Es a esta Diócesis de Ciudad Real, a los hombres y mujeres del siglo XXI, con su situación peculiar; es a estas personas, con sus valores y sus defectos, es esta sociedad actual la que se nos encarga cristianizar


    Es a esta Diócesis de Ciudad Real, a los hombres y mujeres del siglo XXI, con su situación peculiar; es a estas personas, con sus valores y sus defectos, es esta sociedad actual la que se nos encarga cristianizar, sem­brar el mensaje salvador de Jesús, para llamarla a la conversión y que convirtiéndose vivan y se salven.
    Hemos de tener muy presente aquello que decía san Juan Pablo II, que Dios puede salvar el mundo de muchas formas, pero ha querido que seamos nosotros los que hagamos la oferta de la salvación. Si no ponemos todo cuanto esté en nuestra mano para ofrecer a todos esa salvación de Dios, ¿nos salvaremos nosotros?
    A los religiosos se os llama a la co­laboración en la tarea evangelizadora de la Iglesia y de la Diócesis desde la peculiaridad de sus carismas, siendo testigos de los valores del Reino, en medio de un mundo que lucha por otros valores muy distintos a los que nosotros anunciamos.
    A los laicos se os urge a descubrir y hacer realidad la gran tarea que tenéis en la evangelización del mundo actual, haciendo que las realidades temporales se entiendan y se vivan desde el pensar y el querer de Dios, con vuestra acción y compromiso creyente en vuestra vida personal, familiar, en la vida política y en la vida del trabajo.
    Recordemos lo que dicen los obispos Es­pañoles hablando de los laicos y la Nueva Evangelización, en el CLIM (Los cristia­nos laicos, Iglesia en el mundo), en la última frase con la que concluye: «La nueva evangelización o se hace por los laicos o no se hará».
    Sintámonos todos llamados e invi­tados por el Señor para empeñarnos en el cumplimiento de la misión de la Igle­sia entera. Pongamos lo mejor de nosotros mismos en el cumplimiento de nuestra ta­rea y seguro que el mundo será evangeliza­do, seguro que el mundo y la sociedad cono­cerá a Cristo y lo seguirá.
    Feliz nuevo curso 2019-2020 para todos.
     
      + Gerardo
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