¿Es usted cristiano?

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    Para la semana del 4 de septiembre de 2016

    Si hiciéramos la prueba de hacer esta pregunta a gen­te que nos encontramos por la calle, seguro que nos encontrábamos con respuestas en general positivas pero matizadas por ellos mismos.
    Unos nos responderían que creye­ron pero que ahora la fe no les im­porta.
    Otros contestarían que sí creen, pero no practican.
    Otros que creen, pero a su modo, que creen en algo, pero sin que eso les comprometa a vivir de distinta manera que los demás del mundo.
    Otros que creen en determinadas circunstancias, pero que en otras no.
    Otros que tratan de creer con fide­lidad y compromiso con la fe y tratan de llevar una vida cristiana auténtica.
    Es decir, que cada uno vive la fe a su modo, acomodada a sus circuns­tancias, a su vida, como si la vida de fe se pudiera vivir de cualquier for­ma, y que en tratándose de ella, todo valiese.
    Esto que es una idea muy gene­ralizada hoy: hemos hecho un cris­tianismo a la medida de cada uno y según lo que a cada cual le conviene. Sin embargo, en el Evangelio apare­ce claro que eso no sirve, que el que quiera ser discípulo del Señor, tiene que saber decir que no a determina­dos modos de vida para abrazar el estilo de vida que Cristo nos pide.
    Lo escuchamos en este domingo en el evangelio en el que Jesús nos dice que para ser seguidor de Jesús es necesario ponerlo a Él en primer lugar y como lo más importante de la vida, posponiendo incluso a los pa­dres, hermanos y hermanas.
    El Señor pide, como condición indispensable para ser su seguidor y discípulo, saber tomar la cruz, esa cruz que la vida nos pone a cada uno, saber renunciar a determinadas pos­turas que el mundo ofrece y vivir de acuerdo con lo que Jesús nos propo­ne en el Evangelio. Es decir, amar a Dios y a los hermanos como objetivo principal de nuestra vida.
    Jesús nos dice claramente que no todo vale en la vivencia de la fe, que hemos de vivirla con un estilo bien concreto y sabiendo que, si queremos seguirlo, necesariamente tenemos que vivir desde los criterios suyos y no desde los del mundo.
    Todo esto nos hace hoy una lla­mada a que revisemos cómo estamos viviendo nuestra fe, si nuestro se­guimiento de Jesús es el que Él nos pide o le seguimos como a nosotros nos parece, rebajando la exigencia de nuestra identidad de cristia­nos y ha­ciendo un seguimiento descafeinado y sin fuerza ninguna de Jesucristo.
    Esta revisión nos debe llevar a una conversión personal y comu­nitaria, que nos haga vivir nuestra fe desde lo que Jesús nos dice, aun­que para ello tengamos que decir no a otras formas de vida más fáciles y menos comprometidas.
    La vivencia auténtica de nuestra fe y el seguimiento verdadero de Je­sús nos debe comprometer a ser au­ténticos creyentes en los momentos duros de la vida, y en aquellos que son más fáciles, y en los cuales nos resulta también más fácil vivir de acuerdo con lo que el Señor nos pide.
    Estamos al comienzo de un nuevo curso. Ojalá y nos decidamos a vivir plenamente desde la fe y desde la exigencia que supone el ser discípu­lo y seguidor de Cristo con todas sus exigencias.
     
    + Gerardo

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