Negociad mientras vuelvo

Elementos relacionados

    El evangelio de este domingo nos habla de aquel hombre rico que se fue a un país lejano y dejó a sus criados y les repartió sus bienes y les dijo: Negociad con ellos hasta que yo vuelva.

    El dueño rico es Dios que ha dejado en manos de los seres humanos una misión importante, la misma que Cristo trajo a la tierra, ofrecer a todos los hombres la salvación.

    El negocio que el Señor ha dejado en nuestras manos para que trabajemos por conseguir su rendimiento es la evangelización del mundo.

    De lo que consigamos con nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, unido con la gracia de Dios, se nos pedirán cuentas.

    Frente a este encargo de Dios, descubrimos que hay dos actitudes:

    • La de los dos primeros:
    • Han recibido su onza, han trabajado lo que han podido y han rendido según su capacidad, según sus cualidades, y el Señor premia sus esfuerzos.
    • La actitud del tercero:
    • Se ha asustado pensando en un Señor que es exigente, que reclama lo que no presta y siega lo que no siembra, la ha escondido en el pañuelo y no ha producido nada.

    Dos actitudes que reflejan las dos actitudes que podemos a veces tener y encarnar entre nosotros:

    A. La de quien recibe el encargo de Jesús de evangelizar y de trabajar en la tarea para llevar el mensaje salvador de Cristo al mundo: este acepta el encargo, lleno de amor y agradecimiento por la confianza del Señor con él, sabiendo que hay dificultades, pero se apoya en el Señor, al que une sus propios esfuerzos, lucha, trabaja, busca, ofrece y produce más o menos, pero produce sus frutos de evangelización.

    B. La de quien recibe el encargo de Cristo, lo acepta, pero se llena de miedos: llena su cabeza de confusión, no ve, lo mire por donde lo mire, nada más que dificultades, lo complicado que esto se ha puesto,  percibe un mundo totalmente en contra, y un ambiente que no quiere saber de Dios.

    Este se queda paralizado: critica, se lamenta, no está de acuerdo con nada, pierde ilusión y eso no le permite trabajar con ganas, se llena de miedos y se queda paralizado.

    Un día el Señor nos llamará a rendir cuentas y su actitud con cada uno será la que tuvo con aquellos empleados:

    • Alabar y premiar a quienes han trabajado y han producido sus frutos, cada uno según sus capacidades
    • Reprender y castigar a quienes no hayan trabajado y el Señor les dirá: ¿Por qué no te apoyaste mucho más en mí en vez de asustarte y paralizarte? ¿Por qué quisiste luchar solo y te llenaste de miedo? ¿Por qué no dejaste que otros hicieran lo que tú no eras capaz?

    El Señor nos sigue dando la oportunidad de rectificar en nuestra vida y cumplir de verdad con su encargo.
    Dificultades claro que las hay. Precisamente porque el mundo está como está, la evangelización es mucho más urgente, hemos de emplearnos con más ardor, con más entusiasmo, con más unión con Él, buscar nuevas manera de llegar a los alejados.

    Para ello no luchamos solos, el Señor está con nosotros y si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?

    Es san Pablo el que nos dice: «¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? En todo vencemos por aquel que nos ha amado» (Rom 8, 35)

    • «Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo».
    • «Sin mi no podéis hacer nada» (Jn 15, 5)
    • No os preocupéis, «el Espíritu hablara por vosotros» (Mt 10, 20).

    Hemos de luchar todos con ánimo renovado para lograr la evangelización del mundo que el Señor ha dejado en nuestras manos, pero asistiéndonos siempre con su gracia. No estamos solos, Él nos ha prometido que estará siempre con nosotros y, donde y a lo que no lleguemos nosotros, Él será el que nos ayudara a lograrlo.

    + Gerardo

      Listado completo de Cartas