Con Cristo fructifican las obras de nuestras manos

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    El evangelio de este domingo nos cuenta una doble experiencia de los discípulos y una doble enseñanza para nosotros.

    La doble experiencia de los discípulos es la siguiente:

    1. Solos ellos han salido a pescar, se han pasado la noche bregando y no han pescado nada. Estaban ellos solos, les faltaba Jesús

    2. La presencia de Jesús que les infunde esperanza. Los invita a remar mar adentro y a volver a echar las redes, ellos le replican: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

    Dos experiencias que seguro que en algunos momentos de nuestra vida todos hemos tenido y que nos dan la misma enseñanza que a los discípulos:

    Todos hemos tenido la experiencia de haber intentado conseguir algo que veíamos que nos faltaba a nivel personal y cristiano, una virtud que no teníamos, o hemos intentado quitar un defecto concreto, que nos hacía en la vida verdaderas malas pasadas, lo hemos intentado, hemos puesto esfuerzo en quitarlo, pero no lo hemos conseguido. Después de nuestro esfuerzo personal para lograr algo positivo que nos faltaba o quitar algo negativo que teníamos, hemos podido comprobar que no lo hemos logrado.

    Hemos sido nosotros los que lo hemos intentado, los que nos hemos esforzado y nosotros solos los que hemos fracasado, tanto en la tarea de adquirir algo bueno, como en quitar de nuestra vida algo negativo.
    Por otra parte, ante una empresa personal o creyente dura y difícil, lo hemos rezado, hemos contado con Dios y le hemos pedido ayuda, y nos hemos sorprendido, porque la tarea que considerábamos difícil, cuando hemos contado con la ayuda del Señor, la hemos conseguido.

    Es que sin Jesús no son posibles los milagros, nosotros solos no conseguimos lo que pretendemos pero, si contamos con él, él no nos va a evitar el esfuerzo por nuestra parte, porque cuenta con él, pero lo haremos llenos de entusiasmo y esperanza, sabiendo que sin él no lo conseguiremos, sea lo que sea, y con él vamos a conseguirlo, porque estamos convencidos de que él pone la mayor parte.

    Cuando estamos cansados de luchar solos, de intentarlo solo con nuestras fuerzas, nos encontramos con Jesús que nos dice «rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca», o lo que es lo mismo, no te desanimes porque no lo hayas logrado tu solo, intenta lograrlo contando conmigo.

    No tengamos miedo a dejar entrar a Cristo en nuestra vida

    Ciertamente, cuando miramos nuestra vida rodeada de cosas, de deportes, de televisión, de amigos que están a nuestro lado, nos sentimos bien, disfrutamos de esos momentos y nos hemos sentido bien, pero a la vez no nos hemos sentido satisfechos, porque  nos damos cuenta que nuestra vida se está quedando en lo superficial, que busco solo lo que no me cuesta demasiado. Me estoy quedando a la orilla y no me atrevo a remar más adentro, y encararme con las profundidades de la fe, con las aguas profundas a las que Dios me llama, si quiero conseguir encontrar sentido a mi vida.

    No vale con intentarlo siempre desde la orilla porque es mas cómoda  y gratificante una vida planteada y vivida a medias, sin querer tomarme en serio la fe que me exige, que me propone dejar determinadas cosas y comodidades y vivir la exigencia de la misma en toda su profundidad.

    Jesús, con el evangelio de Lucas que hoy proclamamos en la eucaristía, nos invita a remar hasta las profundidades de una vida planteada desde la fe, a ser valientes en un mundo de personas con miedo al compromiso, a tantas cosas, porque no terminamos de despegarnos de ellas y dejar que Cristo entre en nuestra vida y transforme nuestra vida, nuestras ilusiones y nuestras aspiraciones en lo que es el plan de Dios sobre nosotros.

    Jesús nos invita a remar hasta las profundidades

    Dejemos que las profundidades de la fe en Jesús nos muestren el verdadero sentido de una vida entregada a amar a Dios y a los hermanos, porque a medida que vamos viviéndolo así, vamos a descubrir que merece la pena entregarse más y más porque nos sentimos mucho más realizados y con mucho más sentido en nuestra vida.

    No tengamos miedo a dejar entrar a Cristo en nuestra vida. Solo si salimos de la orilla de un cristianismo a nuestra medida y nos adentramos en la fe plena en Jesucristo, nos sentiremos transformados, el será la razón de nuestro actuar y nosotros sentiremos que hemos encontrado lo que buscábamos, lo que más y mejor llena nuestras vida.

    + Gerardo

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