Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores

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    Decía el papa Francisco en el ángelus del día 31 de enero, en el que anunciaba la institución de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores: «La vejez es un don y los abuelos son el eslabón entre generaciones, para transmitir a los jóvenes la experiencia de la vida y la fe». El día elegido para esta nueva celebración se ha fijado cerca de la memoria litúrgica de los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, y queda establecida en el cuarto domingo del mes de julio.

    Junto a la institución del día de los abuelos y de las personas mayores, el Papa afirma que «la pastoral de las personas mayores es una prioridad inaplazable para toda comunidad cristiana. El Espíritu Santo sigue suscitando hoy pensamientos y palabras de sabiduría en los ancianos: su voz es preciosa porque canta las alabanzas de Dios y custodia las raíces de los pueblos. Nos recuerdan que la vejez es un don y que los abuelos son el eslabón entre generaciones, para transmitir a los jóvenes la experiencia de la vida y la fe. Los abuelos son a menudo olvidados y nosotros olvidamos esta riqueza de custodiar las raíces y transmitirlas. Por ello, he decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebrará en toda la Iglesia todos los años el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los «abuelos» de Jesús. Es importante que los abuelos se encuentren con los nietos y que los nietos se encuentren con los abuelos, porque —como dice el profeta Joel— los abuelos ante los nietos soñarán, tendrán ilusiones [grandes deseos], y los jóvenes, tomando fuerza de sus abuelos, irán hacia adelante, profetizarán».

    En la encíclica Fratelli tutti, el Santo Padre nos recuerda que nadie se salva solo. En esta perspectiva es necesario atesorar la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones.
    Nuestros mayores son esas personas que fueron educadas en la fe, que vivieron en una familia cristiana en la que se rezaba y practicaba y en la que Dios y sus mandamientos eran la norma principal de su conducta. Ellos valoran a Dios y la fe en Él, siguiendo lo que sus padres les inculcaron con su palabra y con su ejemplo e intentan practicar y vivir su fe, aunque tengan fallos como seres humanos que son. Ellos siguen practicando, viviendo la misa dominical, rezando al Señor, contando con Dios en su vida.

    La rica experiencia cristiana de las personas mayores que han vivido siempre su fe, no puede ser algo que guarden para ellos mismos y no la comuniquen a los demás

    El que ellos sigan manteniendo la importancia de la fe y que Dios siga siendo alguien importante en su vivir y actuar, quiere decir que ellos pueden y tienen que desarrollar en su vida y con su vida su misión evangelizadora como discípulos de Cristo, transmitiendo, haciendo nacer, reavivando y siendo testigos de fe en su familia, y en las familias de sus hijos o de sus nietos.

    El Señor hace una llamada especial y peculiar a nuestros mayores, para que personalmente sigan viviendo su fe, sigan valorando a Dios en su vida y contando con Él en cada momento, alegre o triste, que les toque vivir; y sean capaces de ser testigos para los demás, especialmente, para los más próximos como son los hijos y los nietos.

    La rica experiencia cristiana de las personas mayores que han vivido siempre su fe, no puede ser algo que guarden para ellos mismos y no la comuniquen a los demás.

    El mundo entero, la sociedad actual, las propias familias, necesitan que sigan siendo testigos de su fe y de la importancia que ella ha tenido y tiene en sus vidas. La sociedad necesita de su presencia, de la experiencia de una vivencia como la suya, cuyos valores humanos, sociales y cristianos, han sido la enseña de su vida y deben seguir luciendo como lámpara que alumbre e ilumine a otros en la vivencia de esos mismos valores humanos, sociales y cristianos y, de modo especial, a los de su propia familia.

    Hoy, en muchos casos, los abuelos están siendo los verdaderos educadores en la fe de los nietos; gracias a ellos los nietos aprenden a rezar, a saber quién es Dios y lo importante que es para los mayores y que debe ser para todos

    Hoy, en muchos casos, los abuelos están siendo los verdaderos educadores en la fe de los nietos; gracias a ellos los nietos aprenden a rezar, a saber quién es Dios y lo importante que es para los mayores y que debe ser para todos.

    Los abuelos no deben cansarse de seguir siendo auténticos apóstoles en medio de sus propias familias.
    Referido a los mayores y a los abuelos, podemos decir sin miedo a equivocarnos, aquello que decía san Juan Pablo II del testimonio cristiano: «El único evangelio, es decir, la única buena noticia que vuestros hijos y nietos van a recibir y se grabará profundamente en sus vidas, es el testimonio de vida cristiana que vieron en sus padres y en sus abuelos».

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