Para el 7 de agosto de 2016
Las vacaciones de verano son un momento especialmente importante para comunicarse en pareja. Durante el curso se pueden poner excusas de que no se encuentra tiempo; que si el trabajo, que si se pasa poco tiempo juntos, etc..
En las vacaciones, en cambio, no valen dichas excusas porque se pasa mucho tiempo juntos. Es cuestión de valoración por parte de ambos de la comunicación.
La comunicación es algo esencial e imprescindible en toda convivencia. La deficiente comunicación que practican muchos matrimonios actuales es la causa principal de su falta de entendimiento y de ruptura matrimoniales.
Las relaciones familiares se deterioran al no saber decirse las cosas con amor y comprensión; al no saber el uno interpretar lo que el otro le quiere decir; al tratar de cambiar al otro para que la realidad responda a las expectativas que llevaban al matrimonio; al asumir actitudes defensivas cuando se sienten atacados en su intimidad; al no sentirse aceptados por ser como son; y al no sentir el estímulo para asumir verdaderamente y con plena libertad la mejora personal.
La comunicación es, sobre todo, una actitud de apertura al otro, que implica disponibilidad generosa para compartir, es decir para dar y recibir.
La comunicación entendida así, no es fácil; es un arte que se debe practicar continuamente para desarrollar el mismo plenamente y para sacar el mejor provecho de él. Como el deportista debe entrenarse continuamente para mantenerse en forma, o el pianista debe practicar horas y horas para mantener las manos ágiles en el manejo del teclado, así también el matrimonio necesita practicar al máximo, y mejorar cada día, la calidad de su comunicación.
Un matrimonio tiene una comunicación de calidad cuando cada uno de ellos comparte con la persona amada no solo las cosas que hace durante el día y lo que ha aprendido, sino cuando llega a su interior, al fondo de sí mismo.
El secreto de una buena comunicación en la pareja consiste en procurar sacar, todos los días, un tiempo para los dos, para estar a solas, sentarse por unos minutos el uno frente al otro y abrirse el corazón; compartir no solo los pormenores del día, sino también las angustias, los temores, los sueños, las ideas, los pensamientos e ilusiones; y desde dicha comunicación aprender a conocerse, aceptarse y amarse tal como cada uno es.
Una auténtica comunicación lleva un ingrediente muy importante que es aprender a escuchar. Cuando el marido o la esposa regresan del trabajo agobiados por múltiples problemas y no tienen deseos de hablar, la comprensión debe captar su silencio, compartir su preocupación y, por supuesto, saber esperar el momento oportuno para oír todo lo que a la persona amada le está sucediendo.
Un oído abierto es el único signo fidedigno de un corazón abierto. Escuchar es el 90% de una buena comunicación, porque todos necesitamos desesperadamente que se nos escuche. Así es como nos sentimos valorados e importantes ante los demás y por los demás, porque qué sería de nosotros si habláramos y habláramos y nadie se interesara por lo que decimos?
+ Gerardo
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