Antonio María Claret, obispo

En los palacios de los reyes, viven los que visten lujosamente, como dijo Jesús. Pero, a veces, viven allí también santos, por extraño que parezca. Es el caso de san Atonio María Claret (1807-1870), arzobispo confesor de la Reina Isabel II. 

Catalán emprendedor (nació en Sallent, en 1807), fue tejedor en su juventud. Ordenado luego sacerdote, encontró su camino en la predicación popular. Su voz profética suscitó aquí, y en los sucesivos campos de actividad apostólica, la hostilidad y el odio. Siempre resulta molesto despertar las conciencias dormidas. De Cataluña pasó a las Islas Canarias. 

No contento con trabajar aisladamente, quiso reunir un grupo de sacerdotes que le ayudasen en la predicación y que continuaran la obra de evangelización popular. Así nació, en 1849, la Congregación de Misioneros del Inmaculado Corazón de María. 

El celo apostólico de Claret atrajo las miradas de la Corte, que le presentó para el arzobispado de Santiago de Cuba. Durante seis años, trabajó en la reforma del clero, recorrió la isla predicando y confirmando, y fustigó vicios y abusos económicos, allí tan hirientes. No extraña que su actividad suscitara el odio, pero sí que escapara con vida de los asaltos y atentados (quince nada menos) que sufrió. Dios le reservaba nuevos campos. La Reina Isabel II lo llama en 1857 para que sea su confesor. Tarea nada halagüeña en aquel tiempo y ambiente políticamente revuelto, y por ser la Reina un personaje muy discutido y de dudosa moralidad. Nos resulta difícil comprender la postura de Claret cambiando el ministerio de Cuba por las tareas de casi un capellán de Palacio. Cada tiempo tiene su signo, y sólo Dios sabe dónde resultan más eficaces los hombres. Desde luego, Claret tomó las cosas en serio al aceptar su cargo. 

También en la Corte surgió la animosidad contra él, y, cuando la Revolución del 68 destronó a la Reina, su confesor tuvo que partir para el destierro. Murió en Francia en 1870, acosado aun allí por el odio de sus enemigos. Listado completo de Santos