María Magdalena de Pazzi, virgen

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    Santa María Magdalena de Pazzi nació en Florencia (Italia) el 2 de abril del 1566.  Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento y le fue impuesto el nombre de Catalina.

    El 19 de abril de 1576 y a una edad muy joven hizo a Dios, voto de virginidad. Fue entonces el 30 de noviembre del 1578 cuando en presencia de su madre tuvo el primer éxtasis. A este le seguirán tantos que será reconocida con el sobrenombre de "la extática" por excelencia. El 14 de agosto de 1582 entró por quince días en el monasterio de las carmelitas de Santa María de los Ángeles, para conocer la Regla y ver si  podía responder a la llamada divina y a su particular inclinación. Finalmente eligió este monasterio, a lo cual le ayudó también el hecho de que las carmelitas, por concesión excepcional, podían comulgar diariamente. El 3 de enero del 1583 vistió el hábito carmelita, dando comienzo fervorosamente a su año de noviciado.
    A primeros de marzo de 1584 se le manifestó una misteriosa enfermedad que los médicos declararon incurable. Ante esta situación gravosa, la Priora y Maestra dieron el visto bueno para que Catalina hiciera la profesión de sus votos. Esto ocurrió el 27 de mayo del 1584, fiesta de la Santísima Trinidad. La hizo "sobre una camilla acomodada delante del Altar de la Virgen". Desde aquel momento comenzó un período sorprendente de éxtasis todos los días. Después de recibir  la Sagrada Comunión, quedaba extática por espacio de dos o tres horas. Tras quedar curada el 28 de julio  recibió de Jesús el anillo que sellaba su místico desposorio con Él. Durante estos años,  Catalina fue llamada a la ardua empresa de la renovación de la Iglesia y particularmente de los religiosos. No gustándole mucho, aceptó por obediencia. Por esta razón aprovechó para escribir algunas cartas al sumo Pontífice y a otros prelados y siervos de Dios, hablándoles de renovación. El 1595 fue elegida Maestra de las jóvenes y tres años después de las novicias, con las que trabajó con toda su alma para formarlas a imagen de Jesucristo.

    El 13 de mayo de 1607, Magdalena recibió la unción de enfermos. A las ocho de la mañana del viernes 25 del mismo mes entró en agonía, y a las dos de la tarde murió. Junto a su lecho, sus hermanas religiosas rezaron el Símbolo de San Atanasio, o sea, la profesión de fe en la Santísima Trinidad, el mismo Símbolo que había hecho extasiarse a la santa desde los primeros años de su vida. No cumpliendo aún el año de su muerte fue cuando se abrió su sepulcro y su cuerpo apareció fresco, entero y flexible.

    Posteriormente fueron muchos los prodigios que el Señor empezó a obrar por su medio y por ello el 1611 dieron comienzo los procesos para la beatificación, que llegó el  8 de mayo del 1626 por el papa Urbano VIII. Y el 28 de abril del 1669 fue canonizada por el papa Clemente IX.

    Santa María Magdalena no escribió nada, aunque son cinco los  libros que conservan con cariño las monjas carmelitas de Florencia donde se recogen las principales revelaciones y doctrina de la santa. Sus libros tienen por títulos los siguientes:
    • Los Cuarenta días.
    • Los Coloquios.
    • Las revelaciones e inteligencias.
    • La prueba.
    • Renovación de la Iglesia
    • Avisos, Sentencias, Cartas familiares.

    Esta virgen carmelita es una de las más grandes místicas, extáticas y estigmatizadas de todos los tiempos. Su mensaje espiritual sigue siendo de gran actualidad. Podemos sintetizar su espiritualidad en este mensaje: "Dios es amor",  "El amor es Dios".  La vida de Magdalena fue dura, un continuo martirio por las almas, por la Iglesia, a la que amó apasionadamente. Y porque "Amor es dolor" Magdalena se abrazará toda su vida a la "locura de la cruz", cuyas llagas llevará impresas en su cuerpo. y se ofrecerá víctima de amor por los pecadores lanzando aquel grito jamás oído: "Padecer y no morir".

    Su mensaje que nos dejó y hoy nos deja es el siguiente:
    • que hay que ser valiente y dejarlo todo por el Señor
    • que la Eucaristía debe ser nuestro alimento indispensable.
    • que María sea nuestra "superiora" y "modelo".
    • que debemos crecer cada día en amor a la Iglesia.
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