Nereo y Aquiles, mártires

Se sabe que los mártires Nereo y Aquiles eran dos soldados romanos que se convirtieron al cristianismo y que murieron  en Roma, probablemente  en la persecución de Diocleciano, dirigida inicialmente contra los cristianos del ejército (295–298) y después contra la Iglesia cristiana como tal (de 303). El texto completo era ya conocido, porque fue conservado, con indicación del lugar de pertenencia y la identidad de los mártires, en varios manuscritos del siglo VIII continentes copias realizadas en el siglo VII.
Fue El papa Dámaso I (366–384) quien puso en la tumba de Nereo y Aquileo esta  inscripción:
 
Militiae nomen dederant saevumq(ue) gerebant
officium, pariter spectantes iussa tyranni,
praeceptis pulsante metu servire parati.
Mira fides rerum: subito posuere furorem,
conversi fugiunt, ducis impia castra relinquunt,
proiciunt clipeos faleras telaq(ue) cruenta,
confessi gaudent Christi portare triumfos.
Credite per Damasum possit quid gloria Christi.

 
Traducido, el texto reza así:
 
 «Los mártires Nereo y Aquileo habían entrado voluntariamente en el ejército y desempeñaban el cruel oficio de poner en práctica las órdenes del tirano. El miedo les hacía ejecutar todos los mandatos. Pero, por milagro de Dios, los dos soldados abandonaron la violencia, se convirtieron al cristianismo y huyeron del campamento del malvado tirano, dejando tras de sí los escudos, las armaduras y las lanzas ensangrentadas. Después de confesar la fe de Cristo, se regocijan ahora al dar testimonio del triunfo del Señor. Que estas palabras de Dámaso te hagan comprender, lector, las maravillas que es capaz de hacer la gloria de Cristo».

 Nereo y Aquiles, debían haber sido miembros de la guardia pretoriana de Roma, bajo las órdenes de  Flavia Domitila, sobrina del emperador Domiciano. Una leyenda tardía, las Actas de los santos Nereo y Aquileo del siglo V o VI representa a los dos mártires no como soldados sino como eunucos o servidores de cámara de la noble dama Flavia Domitila. En esta leyenda los dos eunucos convencen a su ama, que se está preparando para las bodas, que es preferible la virginidad. El papa Clemente, sobrino del cónsul Clemente, recibió los votos de Domitila y le dio el velo de virgen. Furioso Aureliano por la repulsa de la que había solicitado por esposa, acusa a Domitila y a sus servidores de cristianos, y son desterrados a la isla Ponciana, la cual encuentran pervertida por Furio y Prisco, discípulos ambos de Simón el Mago.

Los Santos ruegan a Marcelo, hijo del prefecto urbano Marcos, discípulo de San Pedro, que narre la historia de su maestro. Mientras que llega Marcelo crece el furor de Aureliano al ver que no puede vencer la resistencia de Nereo y Aquiles y los envía a Terracina, donde el procónsul Menio Rufo los condena a muerte. Auspicio, su discípulo, y padre  de Domitila, transporta sus cuerpos al cementerio propiedad de ésta,  junto al sepulcro de Petronila.

Entretanto Domitila continúa su resistencia, logrando convertir a sus hermanas Eufrosina y Teodora, animándolas a abrazar la virginidad. Luxurio, hermano de Aureliano, las ordena sacrificar a los dioses, y ante su negativa las encierra en su habitación de Terracina, prendiéndole fuego. Mueren las santas vírgenes, pero sus cuerpos quedan intactos y son enterrados por el diácono Cesáreo en un sarcófago nuevo. Este último martirio ocurre en tiempos del emperador Trajano. Desde siempre, la fiesta litúrgica de los santos Nereo y Aquiles es el 12 de mayo. Listado completo de Santos