«Las muertes en el trabajo son las muertes olvidadas»

El pasado 29 de abril, tuvo lugar en la Casa de la Iglesia de Ciudad Real las XV Jornadas diocesanas de Pastoral Obrera, que se celebran cada año en torno a la fiesta de San José Obrero.

El encuentro comenzó con la proyección del documental Perder la vida por ganarse el pan, un título que fue el tema de todo el encuentro, centrado en la siniestralidad y la salud laboral.

Después, comenzó el coloquio, moderado por Salvador Guerrero, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Ciudad Real. Intervinieron Miguel Cruz, militante de la HOAC de Córdoba y presidente de Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA) ; María García García, madre de un trabajador muerto en caída en altura en una obra civil, y Maite Sánchez Navarro, secretaria de Salud Laboral de la Unión Provincial de CCOO en la provincia.

Miguel Cruz empezó su intervención explicando que al hablar de la siniestralidad laboral se habla de la vida y del bienestar de las personas, y «la vida es el mayor bien» de la persona. «Para nosotros es todo aquello que hacemos con nuestro tiempo y es importante que podamos vivirla de una manera digna», dijo.

Para el movimiento obrero, continuó Cruz, la salud en el trabajo ha sido una de las primeras reivindicaciones, y también para el movimiento obrero dentro de la Iglesia y para los obispos, que recientemente han publicado una nota sobre la salud en el trabajo.

«Detrás de cada cifra hay un nombre, hay una familia y una vida truncada, puesto que después de un accidente la vida no continúa igual»

«La persona es lo más sagrado de la creación», pero tal y como lamentó, «no está la persona en el centro de las relaciones laborales». En la actualidad, continuó, el capitalismo hace que se rinda culto al dinero, en un sistema que se ha hecho cultura, que utiliza a la persona de manera mercantilista y que ha llegado a verse como algo normal. «Más de dos personas murieron cada día» en accidentes del trabajo el pasado año. Una cifra que debería escandalizar a toda la sociedad. «Detrás de cada cifra hay un nombre, hay una familia y una vida truncada, puesto que después de un accidente la vida no continúa igual […], y sin embargo vivimos de espaldas ante esta tragedia», denunció Miguel Cruz, que insistió en que «las muertes en el trabajo son las muertes olvidadas».

La consecuencia de esto es que la salud laboral no aparece en las agendas políticas, por lo que el problema continúa. Se ven como muertes aisladas o por culpa del trabajador, pero «quien se adentra en el problema ve que es un problema estructural del mercado de trabajo», denunció.

Citó documentos de la Doctrina Social de la Iglesia, explicando cómo «el compromiso al servicio de la vida obliga a todos los miembros y estructuras de la comunidad cristiana».

Concluyó preguntándose si la Iglesia puede ser misionera sin estar encarnada, animando al compromiso de toda la comunidad por la vida y la salud en el trabajo.

«En ese momento en el que estaba tan desesperada, tuve la suerte de que apareciera la HOAC y me brindara su ayuda. Yo necesitaba respuestas y que alguien me dijera por qué [murió mi hijo]»

Por su parte, María García, madre de un trabajador fallecido en un accidente laboral, intervino explicando su experiencia, la muerte de su hijo mayor, «el que me dio el título de mamá», que murió a causa de una caída de cincuenta metros. Lamentó la falta de seguridad en el trabajo, puesto que «una simple cuerda, una línea de vida» lo habría salvado.

La muerte del hijo de María, que a su vez era padre de un niño, destrozó a toda la familia. Como había recordado el anterior interviniente, las muertes laborales no son números, sino «personas con nombre y familia».

«En ese momento en el que estaba tan desesperada, tuve la suerte de que apareciera la HOAC y me brindara su ayuda. Yo necesitaba respuestas y que alguien me dijera por qué [murió mi hijo]; de lo de la línea de vida me enteré mucho después», recordó. «Hay que luchar por vivir dignamente», concluyó.

En último lugar intervino Maite Sánchez Navarro, de CCOO, que comenzó diciendo que «ninguna vida es inútil», refiriéndose a la muerte del hijo de María que acababan de escuchar en el coloquio.

«Si conseguimos investigar los hechos y aplicar medidas, evitaremos las circunstancias» que llevan al accidente

Sánchez explicó cómo las empresas trabajan mal el ámbito de salud laboral, y que el accidente es solo «la punta del iceberg», puesto que la salud laboral en el ámbito psíquico, por ejemplo, se olvida, con trabajadores tomando fármacos a causa de las condiciones laborales. Insistió en la figura de los delegados de prevención en las empresas, que deben recordar continuamente los peligros a los que se enfrentan los trabajadores y a la prevención y las condiciones de salud como las dos medidas más efectivas para evitar las muertes.

«Si conseguimos investigar los hechos y aplicar medidas, evitaremos las circunstancias» que llevan al accidente, explicó, denunciando que algunos empresarios modifican los lugares en los que ocurren los accidentes e impiden que se puedan mejorar las condiciones.

Después de un diálogo con los participantes en el encuentro, la delegada de Pastoral Obrera en nuestra diócesis, Paqui Castilla, presentó una publicación sobre Doctrina Social que ha editado la Delegación y adelantó los actos en los que participaron por el primero de mayo, tanto la participación en la manifestación como la eucaristía que se celebró en el templo de Santiago de la capital.

Puedes ver el coloquio en este enlace