Militantes de la diócesis en los cursos de verano de la HOAC

La Hermandad Obrera de Acción Católica celebró entre el 15 y el 21 de julio los cursos de verano en Salamanca, donde participaron una veintena de militantes y simpatizantes de Ciudad Real.

Los cursos se impartieron en la residencia de los padres paúles en la ciudad, acogiendo a 300 personas relacionadas con la pastoral obrera.

En el comunicado posterior al curso, la Hermandad Obrera de Acción Católica propone «superar la economía de descarte favoreciendo una cultura del encuentro», con estos puntos:

  • Impulsar propuestas y acciones que dignifiquen la vida de los trabajadores y las trabajadoras. 
  • La importancia de vivir desde las claves de nuestra espiritualidad cristiana y valores inspirados en la justicia social que nos humanicen; vivir desde la solidaridad y la fraternidad; 
  • Informarse y formarse para ser y vivir de otra manera; 
  • Crear espacios de encuentro; 
  • Reclamar y favorecer instituciones al servicio de todas las personas, prioritariamente, de las más desfavorecidas; 
  • Y el anuncio de un trabajo digno para una sociedad decente.
Después de las dos primeras jornadas destinadas a consiliarios y animadores en la fe, se celebraron las jornadas de profundización y diálogo:

En la primera de las ponencias habló Enrique Lluch, doctor de Ciencias Económicas, que expuso cómo el sistema capitalista normaliza y genera una mentalidad que justifica un trabajo precario y la exclusión. Señaló algunas propuestas para cambiar y conseguir que la economía sea de otra manera, en línea con lo que plantea la Doctrina Social de la Iglesia, desde la prioridad de la persona y la contribución al bien común.
 
Por su parte, Cristina Vega, militante de la HOAC, destacó los valores de la cultura hegemónica, centrada en el consumismo, el individualismo y la meritocracia, señalando a las personas empobrecidas como «culpables de su propia situación». Planteó que necesitamos reorientar nuestra mirada para recuperar los valores del trabajo y del movimiento obrero. Asimismo, releyendo el pensamiento del papa Francisco, señaló la necesidad de acompañar estas realidades, con ternura, humildad y sacrificio, para situar a la persona en el centro de las decisiones y no al dinero.
 
Concluyeron las ponencias con la intervención de Juan Francisco Garrido, que se centró en cuáles debían ser las principales orientaciones para propiciar un cambio de mentalidad y alentar una nueva cultura. «Este cambio necesita que se hagan visibles estilos de vida solidarios y fraternos, que sumemos a nuestros compañeros y compañeras a estas iniciativas de comunión; así como que generemos acciones orientadas a las instituciones y al seno de la Iglesia, para que estén al servicio de las personas descartadas por este sistema», manifestó Garrido, también militante de la HOAC.
 
Finalizaron los cursos con una mesa de experiencias de Trobades (encuentros) que la HOAC de Segorbe-Castellón están promoviendo, el café de los sábados de la Diócesis de Jaén o el acompañamiento y apoyo al conflicto de una empresa de Canarias. Ejemplos todos ellos de cómo una cultura del encuentro puede propiciar un cambio de mentalidad hacia valores como la solidaridad y el compromiso comunitario.
 
En el marco de estas Jornadas de Profundización y Diálogo, se celebró la eucaristía con la comunidad parroquial de la iglesia de San Sebastián. Y, a continuación, tuvo lugar el gesto público en la plaza de Anaya, en el que se manifestó la voluntad en promover esa cultura del encuentro, cuyo itinerario pasa, entre otras, por impulsar acciones que dignifiquen la vida de los trabajadores y las trabajadoras; por formarse para vivir desde la solidaridad y la fraternidad; por crear espacios de encuentro; reclamar unas instituciones al servicio de todas las personas, prioritariamente, de las más desfavorecidas; o anunciar un trabajo digno y para una sociedad decente.
 
Todas estas respuestas son concreciones para plantar cara a este sistema económico que «mata», en palabras del papa Francisco, que precariza la vida de las personas y de nuestra «casa común».
 
Finalmente, el 20 y 21 de julio se ahondó en la espiritualidad de los militantes hacia una cultura del encuentro con las víctimas de esta economía del descarte, como propone Francisco.