El obispo ordenó diácono a José Manuel Vellón

El pasado sábado 22 de septiembre, el obispo, monseñor Gerardo Melgar, ordenó diácono al seminarista José Manuel Vellón, natural de Villanueva de los Infantes. Una población de enhorabuena esta semana, después de celebrar a santo Tomás de Villanueva el 18 de septiembre.
 
En la celebración, que comenzó a las once de la mañana en la catedral de Ciudad Real, el seminarista estuvo acompañado por decenas de sacerdotes del presbiterio diocesano, así como por Raúl López Hinarejos, el diácono que será ordenado sacerdote el próximo 6 de octubre. Además, la Coral Diocesana ayudó con sus cantos a la oración.

El obispo explicó el significado de ser diácono: «Tu condición de diácono, querido José Manuel, te convierte en Cristo que sirve, en el Cristo que no vino a ser servido, sino a servir». Además, explicó la dedicación que el nuevo diácono tendrá a la Palabra de Dios, a la eucaristía y a la caridad, esta última con referencia a la eucaristía, «sacramento del amor, fuente y cima de la Iglesia».

Después, monseñor Melgar explicó la importancia del celibato que el diácono abraza libremente, «por causa del reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hermanos», pidiendo que sea símbolo y estímulo de su caridad pastoral y «fuente peculiar de fecundidad apostólica en el mundo».

El obispo hizo una llamada vocacional, explicando el trabajo del Seminario en la formación del diácono, que le ha permitido ir descubriendo «cada día» la llamada del Señor

Para terminar, el obispo hizo una llamada vocacional, explicando el trabajo del Seminario en la formación del diácono, que le ha permitido ir descubriendo «cada día» la llamada del Señor: «En la Iglesia y en nuestra diócesis necesitamos vocaciones», y Dios se sirve «de nosotros como instrumentos válidos para hacer la propuesta vocacional».

Para concluir la homilía, don Gerardo pidió la intercesión de la Virgen Inmaculada para que sea «espejo de vida y vocación». A ella le confió el Seminario, a los seminaristas y la obra de las vocaciones sacerdotales.

Tras la homilía, llegó el momento concreto de la ordenación de diácono, en el que Vellón hizo la promesa para «consagrarse al servicio de la Iglesia por la imposición de mis manos y  la gracia del Espíritu Santo», afirmando el deseo de desempeñar el ministerio de diácono con «humildad y amor», viviendo el misterio de la fe con alma limpia para proclamar la fe de palabra y de obra. A continuación, hizo la promesa de celibato, para toda la vida «por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres». Continuando con la promesa, el interrogatorio del obispo siguió preguntando sobre la oración y la imitación del ejemplo de Cristo. Después, el seminarista se arrodilló ante el obispo, y prometió respeto y obediencia, concluyendo con la petición del obispo para que «Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término».

Tras las letanías, que toda la comunidad reza arrodillada y, quien se está ordenando, tumbado; el obispo impuso sus manos sobre José Manuel y dijo la plegaria de ordenación pidiendo el envío del Espíritu Santo. Justo aquí es cuando dos sacerdotes ayudaron a que el diácono se revistiera con la estola y la dalmática, las dos prendas litúrgicas propias de este ministerio. Después, monseñor Gerardo Melgar le entregó el Evangelio, diciendo: «Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado».

Acogido en el orden de los diáconos por Raúl López Hinarejos, el otro diácono hasta su próxima ordenación sacerdotal, la misa continuó con José Manuel Vellón ejerciendo con su nuevo ministerio.