El obispo pidió a los catequistas testimonio de vida

El pasado sábado, 28 de octubre, se reunieron en la catedral más de ochocientos catequistas para el envío diocesano que presidió el obispo, monseñor Gerardo Melgar.
 
La celebración se celebra este año por segunda vez, tras el encuentro del pasado curso en el que el acto tuvo lugar junto al Jubileo de los catequistas en el año de la misericordia.
 
El obispo, que estuvo acompañado por un buen número de sacerdotes de muchas parroquias de la provincia, explicó en la homilía la importancia del ministerio de catequista, que cumple «el encargo y la misión que Cristo encomienda a la Iglesia entera».
 
La tarea de la Iglesia es «hacer discípulos de Jesús», deber que los catequistas cumplen especialmente, al acompañar a niños, jóvenes y adultos por el camino de la fe. En este sentido, el obispo separó el trabajo catequético de las asignaturas de la escuela, puesto que la labor catequética no se puede separar de la experiencia, de la propia vida que experimenta el encuentro con el Señor. Insistió, además, en la necesaria preparación de los catequistas y en que transmitan la doctrina de la Iglesia.
 
 El «testimonio de vida cristiana» fue el segundo punto en el que insistió el obispo, invitando a los catequistas a la coherencia de vida «entre lo que se enseña y lo que se vive». En torno a esta actitud, monseñor Gerardo Melgar explicó que la transmisión de la fe en la familia no está garantizada, por lo que el testimonio del catequista debe ser una apuesta segura en el camino cristiano de los catecúmenos: «Debemos sentirnos verdaderamente responsables del conocimiento de Jesús que les transmitamos, del mensaje cristiano que les comunicamos y del testimonio de vida que les demos, porque tal vez sea el único que reciban».
 
Por último, el obispo habló de las dificultades que se encuentran los catequistas, animando a vivirlas con «esperanza, alegría y entusiasmo», puesto que es el Señor el que «nos va a acompañar en nuestra tarea».
 
Tras la homilía, monseñor Melgar entregó a una familia, en representación de todas, los materiales catequéticos y una Biblia, significando que la misión viene del mismo Cristo, representado en el envío por el pastor de la Iglesia diocesana. Además, con este acto se subraya la importancia de la transmisión de la fe en la familia, lugar catequético por excelencia.
 
La celebración concluyó con la entrega de una acreditación a los catequistas, reconociendo su disponibilidad y preparación para desempeñar la tarea catequética y mostrando que son enviados en la fe de la Iglesia por el obispo.