La catedral de Santa María del Prado acogió el pasado 19 de diciembre la celebración de la entrega de la Luz de la Paz de Belén en la diócesis de Ciudad Real, desde donde se está distribuyendo a lo largo de estos días por parroquias, hogares, residencias de ancianos, hospitales y prisiones. La celebración, una Liturgia de la Palabra, estuvo presidida por el obispo de Ciudad Real y preparada por los scouts católicos de la diócesis, que fueron los encargados de llevar la luz hasta la catedral.
Tras la proclamación del Evangelio, el obispo explicó la tradición —de la que participan cada año más personas— de la entrega de la luz de la paz: «Ha habido una persona que ha ido a Belén, ha encendido allí la luz, la ha traído a Viena y, desde Viena, las diversas delegaciones de Europa han cogido la luz para traerla aquí a cada país. Hoy nos ha tocado en Ciudad Real».
En su reflexión, don Abilio aclaró el sentido profundo de esta tradición, recordando que «en Belén nació la luz, nació Jesucristo. Jesucristo es la luz que nos ilumina. Jesucristo es la luz que nos da calor». Destacó las dos funciones esenciales de la luz: iluminar y dar calor. «A veces vamos oscuramente por la vida, no sabemos qué hacer, no sabemos cuál es nuestro destino. Y Jesucristo, la luz, nos ilumina», afirmó, añadiendo que la luz también reconforta el corazón: «Cuando nos unimos a Jesucristo, además de iluminar nuestras vidas, sentimos que el corazón lo tenemos caldeado».
Además, el obispo se refirió la palabra «paz», recordando que la luz procede precisamente de una tierra marcada por el conflicto: «Precisamente allí donde nace la luz de la paz de Belén es donde más tenemos que pedir para que tengamos la paz». Amplió esta llamada al contexto europeo, señalando que «hay una guerra en Europa muy cerca de nuestras casas», en referencia al conflicto entre Rusia y Ucrania, e insistió en la responsabilidad de todos para construir la paz.
En este sentido, subrayó la importancia de la unión como camino imprescindible: «Que todos estemos muy juntos, que todos estemos muy unidos. Si estamos muy unidos, desde Ciudad Real hay paz; si estamos muy unidos, en España hay paz; si estamos unidos los de Europa, hay paz». Retomando el lema de este año, destacó que «si estamos unidos, llevaremos la luz de Jesucristo y llevaremos la paz».
Para concluir, son Abilio compartió una fábula atribuida a Esopo para ilustrar la fuerza de la unidad, comparándola con una gavilla de sarmientos imposible de romper cuando permanece unida. Aplicando esta imagen a la vida cristiana, animó a vivir la comunión: «Cuando estamos unidos, somos capaces de cualquier cosa. Vivamos, por lo tanto, la unión, que en la Iglesia llamamos comunión».
La celebración concluyó con el envío de todos los cristianos para distribuir la Luz de la Paz de Belén y que, desde la catedral, siga iluminando los distintos ámbitos de la diócesis como signo de esperanza, unidad y compromiso con la paz que nos trae Jesucristo.