Jesús, los apóstoles y la multitud

Juan Serna, encargado de la fase diocesana del Sínodo, comenta los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos.

El anuncio evangélico no se dirige sólo a pocos iluminados o elegidos. El interlocutor de Jesús es «el pueblo» de la vida común, uno «cualquiera» de la condición humana, que Él pone directamente en contacto con el don de Dios y la llamada a la salvación. De un modo que sorprende y a veces escandaliza a los testigos, Jesús acepta como interlocutores a todos aquellos que forman parte de la multitud.

[…] Entre los que siguen a Jesús destaca la figura de los apóstoles que Él mismo llama desde el comienzo, destinándolos a la cualificada mediación en la relación de la multitud con la revelación y con la llegada del Reino de Dios. El ingreso en la escena de este tercer actor no tiene lugar gracias a una curación o a una conversión, sino que coincide con la llamada de Jesús. La elección de los apóstoles no es el privilegio de una posición exclusiva de poder y de separación, sino la gracia de un ministerio inclusivo de bendición y de comunión. Gracias al don del Espíritu del Señor resucitado, ellos deben custodiar el lugar que ocupa Jesús, sin sustituirlo: no para poner filtros a su presencia, sino para que sea más fácil encontrarlo.

El Sínodo se presenta en el Documento Preparatorio como una oportunidad para que el Pueblo de Dios se disponga con la oración y el discernimiento a escuchar las llamadas del Espíritu Santo. De este modo, el Pueblo de Dios podrá proponer a sus pastores aquello que considera una llamada de Dios a la Iglesia en el momento presente, al tiempo que los pastores proponen al Pueblo los caminos que el Espíritu quiere que recorra la Iglesia.

Esta comunión entre los cristianos y sus pastores es un reflejo de lo que muestran las escenas del evangelio: Jesús no solo se rodea de los apóstoles, sino que busca también a la muchedumbre. Los destinatarios del evangelio no son solo los apóstoles, sino todos los que siguen a Jesús.

No se trata de poner filtros a la presencia del Señor, sino de servir a su presencia

No podríamos entender el evangelio si quitáramos a Jesús, a los apóstoles o a la multitud. En la acción de los tres se realiza la acción evangelizadora. Por supuesto, si falta Jesús desaparece la Iglesia, y se convierte en un mero juego entre los apóstoles y la multitud. Por otro lado, si faltan los apóstoles, que han sido elegidos por Jesús e instituidos por el Espíritu Santo, la Iglesia se habría convertido en un conjunto de personas que sigue una imagen falsa de Jesús, porque solo los apóstoles custodian la verdad de su presencia. Y por último, si faltara la muchedumbre, la Iglesia se habría reducido a un grupo autorreferencial, en el que los apóstoles habrían ignorado que la misión de Jesús tiene como destinataria a toda la humanidad.

Este párrafo del Documento Preparatorio nos recuerda el sentido de la misión apostólica: no se trata de poner filtros a la presencia del Señor, sino de servir a su presencia para que todos tengan más facilidades para encontrarlo. De algún modo, este es también el objetivo de la tarea evangelizadora de todos los cristianos: mostrar al Señor y facilitar el encuentro con Él.
 
Por Juan serna Cruz