El sentido sobrenatural de la fe

Continuamos comentando los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos. Hoy, con el párrafo décimo tercero.

En virtud de la unción del Espíritu Santo recibida en el bautismo, la totalidad de los fieles «no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando «desde los obispos hasta los últimos fieles laicos» presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres» (LG 12). Es el Espíritu que guía a los creyentes «hasta la verdad plena» (Jn 16,13). A través de su obra «la Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia» porque todo el Pueblo santo de Dios crece en la comprensión y en la experiencia «de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón (cf. Lc 2,19.51), ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad» (DV 8).

El Sínodo es una muestra de la Iglesia como Pueblo de Dios en camino, que continúa la presencia y la misión de Jesús a través de la historia. En este camino, el Señor nos prometió la asistencia del Espíritu Santo, que actúa en el corazón de los creyentes para conducirnos a la comprensión plena del evangelio. Por medio de su Espíritu, Jesús nos une más estrechamente a Él y nos hace participar en su misión, a cada uno según las características de su vocación.

El Espíritu de Jesús asiste a los obispos, como sucesores de los apóstoles, para que puedan enseñar con la autoridad del Señor lo que pertenece al depósito de la fe y debe ser creído. El anuncio del evangelio es un carisma, un don del Espíritu, recibido por los sucesores de los apóstoles, que les impulsa al anuncio y la predicación como un servicio a la Iglesia y al mundo.

Al mismo tiempo, el Espíritu de Jesús asiste también a todo el Pueblo de Dios para que no se equivoque cuando cree. La presencia del Espíritu en el corazón de los creyentes despierta un «sentido de la fe» que permite reconocer y aceptar con alegría el mensaje del evangelio. El Pueblo de Dios crece en la experiencia de la fe por la contemplación interior que cada uno hace de la verdad de fe, por la percepción íntima de las realidades espirituales y por el anuncio auténtico del evangelio.

Es el mismo Espíritu Santo el que inspira al Pueblo de Dios y, dentro de él, a los obispos, para mantener la unidad de la fe y la alegría de creer. De este modo, el Pueblo de Dios tiene una especial sensibilidad para percibir las llamadas del Señor en cada momento de la historia.

A este sentido sobrenatural de la fe quiere apelar el Sínodo que se está poniendo en marcha. El Papa no quiere que la reflexión sobre la situación actual de la Iglesia la realicen los obispos por sí solos: quiere que antes haya un momento de escucha en todo el Pueblo de Dios. El Espíritu que asiste al Magisterio guía también el corazón de todos los creyentes, y en el Sínodo queremos atender a su voz.


Por Juan Serna Cruz