Comunicar encontrando a las personas

Este domingo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el lema Ven y lo verás. Comunicar encontrando a las personas donde están y como son.

Compartimos el artículo de Miguel Ángel Jiménez Salinas, delegado de Medios de la diócesis, que se publica en Con Vosotros este domingo.


Comunicar encontrando a las personas

Se trata de ir más allá, siempre más allá. En este año se cumplen cincuenta y cinco de años de la Jornada Mundial de las Comunicaciones. Nació la celebración de esta jornada en el concilio Vaticano II, con el decreto Inter mirifica y se celebró por primera vez en 1967.

Es el papa Francisco el que más ha relacionado el anuncio del Evangelio con el mundo de la comunicación. Con el mensaje para la jornada que se celebra este domingo, y con el lema, «Ven y lo verás» (Jn 1,46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son», Francisco nos quiere sacar de nuestras comodidad. Especialmente a los periodistas para que no se limiten a recibir notas de prensa, comunicados oficiales ha-ciendo periódicos fotocopia y, como el dice, sin «desgastar las suelas de los zapatos». El periodismo debe ser como el Evangelio: ir, ver, comprobar, contrastar, para descubrir la verdad de todo lo que acontece para poder transmitirlo.

El periodismo debe ser como el Evangelio: ir, ver, comprobar, contrastar, para descubrir la verdad de todo lo que acontece para poder transmitirlo.

Pero tiene que ver también mucho con nosotros mismos, con nuestra forma de vivir la fe y de mirar a la realidad. Nos conformamos con las informaciones sin contrastarlas. Nos ponemos cómodamente ante el televisor o para escuchar la radio en aquellas cadenas o emisoras que sabemos van a coincidir con nuestros pensamientos e ideas. Recibimos mensajes a través de distintas aplicaciones sin preguntarnos cuál es la fuente, si tiene algún interés en que nosotros difundamos esta u otra información.

Cuando el papa Francisco apela a este pasaje del Evangelio de San Juan no solo quiere interpelar al mundo de la comunicación, quiere hacernos descubrir a todos que el encuentro personal, poder mirar a cada persona a sus ojos, descubrir en su rostro el rastro, las heridas sufrientes y las heridas de amor. El paso de la vida por cada uno. En ese encuentro personal es en el que el Evangelio tiene que encontrar cobijo y hogar. Corazones necesitados de buena noticia.

Con ese transfondo termina el papa el mensaje para esta jornada: «Señor, enséñanos a salir de nosotros mismos, y a encaminarnos hacia la búsqueda de la verdad. Enséñanos a ir y ver, enséñanos a escuchar, a no cultivar prejuicios, a no sacar conclusiones apresuradas. Enséñanos a ir allá donde nadie quiere ir, a tomarnos el tiempo para entender, a prestar atención a lo esencial, a no dejarnos distraer por lo superfluo, a distinguir la apariencia engañosa de la verdad. Danos la gracia de reconocer tus moradas en el mundo y la honestidad de contar lo que hemos visto».

También hace el papa referencia al comenzar el mensaje al beato Manuel Lozano Garrido, «Lolo». Es un orgullo para nuestro país que el Papa tenga presente a este joven de Acción Católica que nació en 1920, en Linares (Jaén) y que a los 22 años una parálisis progresivo lo convirtió en «sacramento del dolor». Los nueve años de su vida, además, también ciego. Pero no dejó de comunicar a Cristo con alegría y con pasión.

En esta cincuenta y cinco jornada mundial de las comunicaciones sociales estamos también llamados a comprender mejor el mundo de la comunicación y del periodismo: aprender sus formas y sus lenguajes.

En esta cincuenta y cinco jornada mundial de las comunicaciones sociales estamos también llamados a comprender mejor el mundo de la comunicación y del periodismo: aprender sus formas y sus lenguajes. Descubrir también que detrás del ejercicio de la profesión hay personas. A veces, también nosotros, prejuzgamos el mundo de la comu-nicación quedándonos solo en los aspectos negativos. Francisco tiene una mirada positiva porque hay muchas aportaciones, mucho trabajo del periodismo, a veces poco relevante, que permite conocer situaciones injustas, minorías perseguidas o «abusos e injusticias contra los pobres». Corremos el riesgo de tener cortas miras, no salir de nuestra zona de confort y convertir todo en una autorreferencialidad no solo empobrecida sino emprobrecedora cuando el mundo es mucho más amplio que nosotros mismos.

Por eso, todos estamos llamados a vivir con curiosidad, abriéndonos a la realidad y al otro de una manera nueva y radical. Vivir apasionados en Cristo para comunicarlo.

Este artículo se publicó en el Con Vosotros de 16 de mayo de 2021