La Pascua del enfermo

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    Déjate cautivar por su rostro desgastado.

    Con este lema celebramos el pasado domingo la Pascua del Enfermo de este 2023.

    La Pascua del Enfermo es un momento importante  para sensibilizarnos como comunidad cristiana de la importancia de la atención humana y pastoral a los enfermos.

    El sufrimiento y la enfermedad alcanzan su sentido y plenitud en la pasión, muerte y resurrección del Señor.
    La pascua del Señor es el paso de la muerte a la vida, es la resurrección a una nueva vida.

    Por analogía, la Pascua del Enfermo es el paso a vivir la enfermedad de una forma nueva.

    Es el paso:

    — De la desesperación a la esperanza.
    — De la rebeldía a la aceptación.
    — De la depresión a la realidad.
    — De echar la culpa a Dios a aferrarse a la fe.
    — De vivir la enfermedad triste y deprimido, con rechazo de todo y de todos, a vivirla con alegría y ayudando a los demás a aceptar la situación con fortaleza

    Este es el objetivo fundamental de la pastoral de la salud: la atención y el cuidado del enfermo en orden a que viva su enfermedad de una forma nueva, con nuevos apoyos, con ayuda de los que lo rodean, con la ayuda de su fe.

    Todos, y especialmente desde la Iglesia y desde la familia, debemos sentirnos llamados a cuidar de nuestros enfermos porque, cuando el enfermo se siente cuidado, vive su enfermedad con esperanza, con alegría, con fe en Dios, que nunca lo abandona y que siempre lo cuida a través del cuidado de los que lo rodeamos.
    En la realidad del enfermo y de la enfermedad estamos implicados todos: el enfermo, los familiares, los profesionales, los visitadores de enfermos y todas las personas que intervienen en el acompañamiento material y espiritual del enfermo.

    Todos participamos en la misión de cuidar al enfermo en ese momento de la enfermedad, estando con él, acompañándolo y  participando de sus sentimientos.

    Este cuidado es fundamental, por los sentimientos de abandono y soledad que experimentan las personas en están situación de enfermedad. La persona enferma experimenta, más que nunca, la necesidad de ser cuidado y el deseo de ser dignamente acompañado.

    Este cuidado y acompañamiento no debe olvidar la dimensión espiritual. Para el enfermo, esta dimensión religiosa adquiere una especial relevancia, necesitando más que nunca la confianza en los profesionales, el apoyo de la familia, la visita de los amigos. Pero, sobre todo, está necesitando de la confianza en Dios, que es quien le da auténtica esperanza.

    La parábola del Buen Samaritano nos pone de manifiesto la importancia de saber situarnos en una actitud de cuidado del enfermo. Se trata de ofrecerles razones para vivir, de crear y sostener en ellos la esperanza, derrochando con ellos cariño, delicadeza, atención, amor a raudales; en definitiva, demostrarles que ellos son el centro del cuidado, de la preocupación y del servicio de profesionales, familiares y amigos.
    Esta actitud de entrega al enfermo incluye la atención y el cuidado de los profesionales, que ayudará a sentirse al enfermo como una persona valorada.

    El sufrimiento y la enfermedad alcanzan su sentido y plenitud en la pasión, muerte y resurrección del Señor

    Esta actitud de generosa entrega y de derroche de cariño es mucho más importante para el enfermo cuando las experimenta por parte de su propia familia. De los familiares es de los que el enfermo espera toda dedicación y entrega, ellos le harán sentirse querido, rodeado de cariño, devolviéndole algo de lo mucho que seguro que el enfermo ha hecho por ellos. Los familiares van a jugar un papel fundamental en el apoyo, para no sentirse solo, sino acompañado y rodeado de aquellos que son parte de su persona y de su vida, que es su familia.

    Importante igualmente es la atención espiritual. Los enfermos están muy receptivos y sensibles a los valores espirituales, precisamente porque cuando la salud física falta o está en peligro, la persona hace una valoración totalmente distinta de las cosas materiales y se da cuenta de que lo material sirve para muy poco.

    Es importante cuidar con verdadero interés la parte espiritual de la persona enferma, ayudarla a apoyarse mucho en su fe, en un Dios Padre que quiere lo mejor para ella y que se interesa por todo lo que esa persona está viviendo y la va a ayudar a vivirlo con paz y esperanza

    Que todos nos sintamos cercanos a los enfermos con nuestras actitudes de entrega y cariño ayudándolos a recobrar vida y esperanza.

    Todos los enfermos tenéis un puesto privilegiado en el corazón de Cristo.

    + Gerardo
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