La Iglesia celebra el 11 de mayo, domingo del Buen Pastor y cuarto de Pascua, la Jornada mundial de oración por las vocaciones y la Jornada de vocaciones nativas con el lema, «Para el Señor, en los hermanos».
El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (Mt 4, 19). A ellos les mostró su misión como Mesías a través de diversos signos. Los educó, con su palabra y con su vida para que fueran los continuadores de su misión, les confió el memorial de su muerte y resurrección y los envió a hacer discípulos de todos los pueblos.
Hoy la voz de Dios parece ahogada por otras voces y la propuesta a seguirlo puede parecer demasiado difícil
«Para el Señor, en los hermanos». La propuesta de Jesús es ardua. Les pide la entrega total a Dios y la difusión de su Reino, la entrega total de sí mismos para dar verdaderos frutos, saber morir a sí mismos, a su propia voluntad para vivir desde la voluntad de Dios.
La Iglesia es la responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales y consagradas, decía Juan Pablo II.
Hoy la voz de Dios parece ahogada por otras voces y la propuesta a seguirlo entregando la propia vida puede parecer demasiado difícil, de ahí que toda la comunidad, es decir, la familia, la comunidad cristiana, los sacerdotes, los catequistas, todo cristiano debe asumir su responsabilidad en la promoción de las vocaciones.
Es urgente que cada iglesia local se haga sensible y preste una atención especial a la pastoral vocacional.
De ello somos responsables los obispos, que debemos alentar intensamente en la diócesis una pastoral vocacional, para que la llamada de Dios pueda llegar al corazón de quienes ha elegido, para que siga habiendo jóvenes que quieran entregar su vida a Dios en los hermanos.
La tarea de la promoción de las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada, corresponde a todos los miembros de cada comunidad parroquial
En el Congreso de Vocaciones celebrado por la Iglesia en España en febrero de este año, la pregunta a la que se nos pedía responder era esta: «¿Para quién soy yo?».
El lema de este año de la Jornada mundial de oración por las vocaciones respondía a esa pregunta que nos hacíamos en el congreso de Vocaciones con este lema: «Para el Señor en los hermanos». Por eso tenemos este año en nuestra Diócesis de Ciudad Real como un objetivo prioritario la promoción de las vocaciones y, de manera especial, de las vocaciones sacerdotales.
Dicha tarea corresponde a la comunidad cristiana entera que debe estimular a responder generosamente desde una vida cristiana auténtica, que valore y suscite la vocación sacerdotal y a la vida consagrada como una necesidad urgente e imperiosa para toda la comunidad.
La tarea de la promoción de las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada, corresponde a todos los miembros de cada comunidad parroquial, pero de una manera especial:
— A los sacerdotes: ofreciendo a los jóvenes un testimonio gozoso de ser lo que somos y teniendo la valentía de hacer la propuesta vocacional abierta y claramente, como el Señor la hizo a los apóstoles.
— A las familias: animando a sus hijos a responder con generosidad a la llamada de Dios desde un clima de fe en la familia.
— A los catequistas: ayudando positiva y abiertamente al joven a hacerse la pregunta y el interrogante vocacional como algo a lo que deben responder.
— A los jóvenes: desde su fe y su generosidad.
Un signo claro de la vitalidad de una Iglesia local, de una diócesis, se manifiesta en la capacidad de cultivar las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada.
Vamos hoy a pedir especialmente por esta intención al Señor. Que Él, que llamó a unos pescadores a ser pescadores de hombres, siga suscitando jóvenes dispuestos a responderle con generosidad a su llamada, con valentía, sin miedos, y con toda la generosidad de su corazón.
+ Gerardo Melgar Viciosa
Obispo Prior de Ciudad Real