El encuentro personal como clave para el anuncio evangelizador

Juan Serna Cruz, responsable de la coordinación de la fase diocesana del Sínodo, continúa comentando los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos.

El Espíritu continúa actuando en la historia y mostrando su potencia vivificante. Precisamente en los surcos excavados por los sufrimientos de todo tipo padecidos por la familia humana y por el Pueblo de Dios están floreciendo nuevos lenguajes de fe y nuevos caminos capaces, no sólo de interpretar los eventos desde un punto de vista teologal, sino también de encontrar en medio de las pruebas las razones para refundar el camino de la vida cristiana y eclesial […].

Si, por una parte, predomina una mentalidad secularizada que tiende a expulsar la religión del espacio público, por otra parte, existe un integrismo religioso, que no respeta la libertad de los otros, alimenta formas de intolerancia y de violencia, que se reflejan también en la comunidad cristiana y en sus relaciones con la sociedad. No es infrecuente que los cristianos asuman estas mismas actitudes, fomentando también las divisiones y las contraposiciones también en la Iglesia. Igualmente, es necesario tener presente el modo en que repercuten, dentro de la comunidad cristiana y en sus relaciones con la sociedad, las fracturas que caracterizan a esta última, por razones étnicas, raciales, de casta o por otras formas de estratificación social o de violencia cultural y estructural. Estas situaciones tienen un profundo impacto en el significado de la expresión «caminar juntos» y en las posibilidades concretas de ponerlas en acto.

A pesar de las dificultades en el camino de la comunión, el Espíritu Santo sigue suscitando nuevos caminos de vida cristiana y eclesial. El Sínodo quiere ayudarnos a descubrir estas experiencias que dan un nuevo impulso a la vida y a la misión de la Iglesia. Aunque parezcan pequeños gestos, son en realidad verdaderas semillas que pueden hacer florecer la vitalidad cristiana.

Reconocer estas experiencias de comunión nos ayudará a evitar que las divisiones que se dan en la sociedad puedan reproducirse dentro de la Iglesia, y a hacer del Sínodo un fermento de unidad en nuestro mundo, para que las diferencias étnicas, raciales, económicas o culturales no nos impidan sentirnos miembros de la misma humanidad y caminar juntos.

El Documento reconoce que los cristianos podemos experimentar muchas veces el influjo de una mentalidad secularizada, que no reconoce el valor de la fe. Nuestro reto es presentar auténticamente el sentido de la fe cristiana, y dar razón de nuestra esperanza. Pero el mismo Documento preparatorio del Sínodo dice también que algunos cristianos ofrecen a cambio una respuesta igualmente cerrada al encuentro. El integrismo es una forma de intolerancia que también encontramos hoy en nuestras sociedades; los cristianos no debemos adoptarlo ni como estilo ni como forma; de ningún modo podemos pensar que nos ayuda en nuestra relación con la sociedad en la que vivimos.

Proponer el Evangelio de Jesús, que es la misión de la Iglesia, no comienza con la imposición de las propias posiciones, sino con la propuesta convencida de nuestra fe, tendiendo la mano a todos en actitud de escucha. Por eso, además de reconocer las experiencias que ya tenemos de comunión, el Sínodo nos pide al mismo tiempo revisar si falta en nosotros la disposición a «caminar juntos» con la humanidad para ofrecerle verdaderamente la luz de la fe. Porque sin encuentro personal no podremos hacer adecuadamente el anuncio.
 

Por Juan Serna Cruz