Joaquín y Ana, padres de la Bienaventurada Virgen María

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    La tradición, basándose en testimonios antiquísimos y muy tempranamente, saludó a los santos esposos Joaquín y Ana como padre y madre de la Madre de Dios. 

    Ciertamente, esta tradición parece tener su fundamento último en el llamado Protoevangelio de Santiago del siglo II. 

    El Protoevangelio aporta la siguiente relación: en Nazaret vivía una pareja rica y piadosa, Joaquín y Ana. No tenían hijos. Cuando con ocasión de cierto día festivo Joaquín se presentó a ofrecer un sacrificio en el templo, fue arrojado de él por un tal Rubén, porque los varones sin descendencia eran indignos de ser admitidos. Joaquín entonces, transido de dolor, no regresó a su casa, sino que se dirigió a las montañas para manifestar su sentimiento a Dios en soledad. También Ana, puesta ya al tanto de la prolongada ausencia de su marido, dirigió súplicas a Dios para que le levantara la maldición de la esterilidad, prometiendo dedicar el hijo a su servicio. 

    Sus plegarias fueron oídas; un ángel se presentó ante Ana y le dijo: «Ana, el Señor ha visto tus lágrimas; concebirás y darás a luz, y el fruto de tu seno será bendecido por todo el mundo». El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, que volvió al lado de su esposa. Ana dio a luz una hija, a la que llamó Miriam. 

    Santa Ana es la patrona de Bretaña. Su imagen milagrosa (fiesta, 7 de marzo) es venerada en Notre Dame d´Auray, en la diócesis de Vannes. También en Canadá (donde es la patrona principal de la provincia de Québec) el santuario de Santa Ana de Beaupré es muy famoso. 

    En Occidente la fiesta se ha difundido desde el siglo XIII al amparo de las cruzadas, pero en el Misal Romano aparece desde 1584. Listado completo de Santos