Se celebró el envío de catequistas en la Catedral

El pasado sábado 27 de octubre, el obispo envió de manera oficial a los catequistas a realizar su labor durante una eucaristía que presidió en la Catedral.

Junto al obispo, concelebró un buen número de sacerdotes de toda la diócesis, que acompañaron a los catequistas en una misa que llenó la catedral. Este acto, que se celebra cada año, marca simbólicamente el inicio del curso catequético, una labor con más de dos mil voluntarios en nuestra iglesia.

En la homilía, monseñor Gerardo Melgar habló sobre la labor catequética, la cercanía a la Palabra de Dios que ha de tener el catequista y la importancia que supone que cada uno de ellos es el contacto más importante que tendrán muchos niños con el mensaje evangélico: «Debéis consideraros personas auténticamente elegidas por Él, para responsabilizaros de una misión importante».

Insistió monseñor Melgar en que «no podemos enseñar otra cosa que no sea lo que el Señor nos ha enseñado a nosotros: su mensaje; y no podemos hacerlo de otra manera distinta a como lo hizo Él». Sobre esto, explicó que la catequesis no es una enseñanza teórica, no solo transmite la cultura cristiana, «la catequesis debe estar orientada a suscitar el encuentro con Jesucristo».

«No podemos enseñar otra cosa que no sea lo que el Señor nos ha enseñado a nosotros: su mensaje; y no podemos hacerlo de otra manera distinta a como lo hizo Él»

Por su parte, el delegado diocesano de Catequesis, el sacerdote Antonio Ruiz Pozo, estima que hay «unos dos mil seiscientos catequistas en toda la diócesis», aunque «está disminuyendo el número, especialmente por edad, y porque es difícil el recambio, pero es una de las realidades de evangelización más permanentes en toda la Iglesia, siempre hay en cada pueblo, aunque sea pequeño, un número de personas que se dedican con gusto y cariño a la tarea de enseñar a los niños y a los jóvenes».

Durante la celebración, se entregó un diploma a cada escuela de catequistas, como signo de la unión con la Iglesia diocesana y con el obispo, como una acción que nace del evangelio en comunión con toda la Iglesia.