«Un día de alegría para toda la Diócesis y para toda la Iglesia»

La capilla mayor del Seminario se quedó pequeña en la tarde de este 22 de marzo, para la celebración del Rito de Admisión al sacerdocio de cuatro seminaristas.

Familiares, amigos y fieles de las parroquias en las que han ayudado durante la formación pastoral quisieron acompañar a estos cuatro jóvenes de 3.º Teología para un momento especial en el paso por el Seminario de Pablo, Francisco José, Carmelo y Abel.
De los pasos que se dan en la formación al sacerdocio, el rito de admisión es uno de los más importantes, por su especificidad y, en el caso de nuestro Seminario, por situarse a mitad del camino, haciendo más pública aun la condición de futuros sacerdotes y reforzando la llamada vocacional.

El obispo, monseñor Gerardo Melgar, que presidió la celebración, se refirió en la homilía directamente a los nuevos candidatos, explicando a todos cómo un día se hicieron una pregunta «sobre el camino por el que Dios os llamaba […] ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su plan y su designio sobre mí? ¿No podría yo gastar mi vida al servicio de Dios y de los demás, al servicio del Evangelio y de los hermanos?»

Poco a poco, continuó el obispo, «habéis ido dando pasos en el discernimiento vocacional, con la ayuda de acontecimientos y, sobre todo, de personas que Dios ha ido poniendo en vuestro camino». Con el rito, la Iglesia «os dice que os considera capaces, con cualidades y posibilidades para ser un día sacerdotes».

«La vocación es un don, un regalo de Dios», puesto que es Él el que toma la iniciativa, y se sirve de la mediación de la Iglesia y «en este caso, de la Iglesia diocesana a través de su obispo para haceros esa llamada como candidatos a las Órdenes Sagradas».
Después, monseñor Melgar les habló del discernimiento que ya han tenido, con la ayuda de la comunidad del Seminario, de los sacerdotes y formadores. Aunque el rito sea un paso importante, explicó, «aún os queda un trecho importante por recorrer, […] seguís necesitando vuestra oración y la nuestra».

«Es un día de alegría para toda la Diócesis y para toda la Iglesia», afirmó el obispo, puesto que el rito de admisión de cuatro seminaristas «da esperanza de lo que en la Iglesia le pedimos al Señor cada día y tantas veces, que no falten ministros que ayuden a los demás a encontrarse con Él, a convertirse y a salvarse». Para terminar, habló a todos los seminaristas, para que el paso de sus compañeros les «anime a responder libre y responsablemente a la llamada de Dios, […] y que cada día sea una nueva oportunidad y un nuevo paso para decirle de manera más plena, como el joven Samuel: Habla Señor, que tu siervo escucha».

Después de la homilía, se celebró el rito de admisión como tal, en el que se hace una llamada a cada uno de los candidatos y el obispo les pregunta si quieren continuar con su preparación para acceder a las órdenes y servir fielmente a Cristo. Tras aceptar el propósito de los seminaristas, toda la comunidad pidió por ellos.  

Los cuatro seminaristas que celebraron el Rito de Admisión

Pablo Cornejo Martínez tiene 23 años y es natural de Ciudad Real, de la parroquia de San Pedro, entró al Seminario tras estudiar dos cursos de Derecho. Actualmente ayuda los fines de semana en la parroquia de Herencia.

Abel Fuentes Pintado es de Campo de Criptana, tiene 26 años y estudió Historia. Los fines de semana colabora en la parroquia de Argamasilla de Calatrava.

Francisco José García-Casarrubios Poveda también es de Campo de Criptana, y tiene 27 años. Antes de entrar al Seminario estudió Filología Hispánica. Los fines de semana se prepara en la parroquia de Torralba.

Carmelo Navas López es de Valdepeñas, tiene 25 años y estudió dos años de grado profesional de piano. Los fines de semana los pasa en el Seminario, ayudando al formador de Bachillerato.