Manos Unidas

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    La campaña de este año de Manos Unidas cierra un trienio de lucha contra el hambre que se inició en 2016.

    El mundo tiene comida más que suficiente para poder alimentar a todos los seres humanos y que ninguno pasara hambre. El problema está no en la falta de alimento sino en el mal reparto que se hace de los mismos y lo mal que se aprovecha por parte de otros.

    En esta sociedad llena de egoísmo se está produciendo, a todos los niveles, una gran desigualdad, en la que a muchos les sobra lo que tienen y a otros les está faltando incluso lo más importante y necesario para poder vivir.

    Esta situación de desigualdad nos está gritando a los que tenemos la mayoría a que no solo dejemos que aflore en nosotros la actitud de compartir, sino a que nos preguntemos desde la justicia si realmente lo que tenemos nosotros, y que además nos sobra, no les pertenece a ellos, a aquellos a los que les falta lo más necesario para poder vivir con dignidad. En justicia deberíamos devolvérselo.

    Otro problema es el mal uso que se hace de los alimentos, lo que diariamente se tira a la basura sin la posibilidad de que alguien se aprovece de ello, no de lo que tiramos, sino de lo que supone todo eso que se desperdicia. Con ello, muchas personas que pasan hambre podrían tener lo necesario para vivir con la dignidad que pide el ser persona.

    Esta realidad clama en la conciencia de todos nosotros, porque todos desperdiciamos cada día muchos alimentos que se tiran a la basura y nos interpela sobre cómo y qué deberíamos hacer para que no fuera así. Que nos demos cuenta de que lo que nosotros tiramos sería algo con lo que muchos de los pobres de la tierra podrían alimentarse y tener una vida más digna.

    El problema del hambre en el mundo toca de lleno nuestra conciencia y nos urge a saber compartir con los que menos tienen.

    No podemos cerrar los ojos a la realidad, no podemos apagar la televisión cuando nos ofrecen a la hora de comer las imágenes de niños con caras famélicas, una imagen que nos molesta y nos produce escalofríos. Pero que no hacemos nada para solucionarlo, al menos lo que esté en nuestras manos.

    La situación del hambre en el mundo la hemos creado entre todos y todos debemos sentirnos responsables en mayor o menor medida, a solucionar el problema, luchando contra ello.

    En el fondo del problema subyace el que no ponemos la persona en el centro de nuestros valores y no acabamos de aceptar y de vivir la centralidad de la persona humana, que debería estar por encima de nuestros egoísmos.

    Hemos puesto y ponemos tantas veces nuestros interés materiales y la rentabilidad de los mismos por encima de la dignidad de la persona, a la cual posponemos o sometemos, trastocando claramente los valores. En vez de servir todos lo medios materiales al servicio de la persona, es la persona la que ponemos al servicio del crecimiento material y ello nos lleva a que se produzcan estas clases de situaciones de precariedad, pobreza y hambre de unos seres humanos, mientras lo otros crecemos y nos sobra lo que tenemos.

    Meditemos muchas veces las palabras de Cristo a nosotros, sus seguidores: «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis». Pensemos que sobre ello nos van a examinar cuando nos presentemos ante Él y es necesario que sepamos responder en positivo, sabiendo que pusimos cada uno de nuestra parte lo que pudimos, para que esto no fuera así.

    + Gerardo Listado completo de Cartas