El bautismo de Jesús

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    El bautismo de Jesús es un acontecimiento que tiene una importancia capital en la vida del Señor. Es el momento en el que termina su vida callada y familiar  y que señala el momento de inaugurar Jesús su vida pública, y de cumplimiento de la misión que el Padre le había encomendado.

    En el bautismo de Cristo aparecen algunos elementos significativos: Aparece la misión de Cristo como enviado del Padre, confirmada con sus propias palabras: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

    Él es el enviado del Padre que viene con una misión concreta recibida del mismo Padre, que es mostrar a los hombres el verdadero rostro de Dios, como padre bueno y misericordioso, capaz de compadecerse de las miserias humanas y ofrecer al hombre la salvación.

    Él es el enviado del Padre que viene con una misión concreta recibida del mismo Padre, que es mostrar a los hombres el verdadero rostro de Dios, como padre bueno y misericordioso

    Además aparece el Espíritu Santo en forma de paloma, que en el momento del bautismo se posa sobre su cabeza, indicando que Cristo es el Ungido de Dios, y que le va a acompañar a lo largo de la realización de su misión. Así cumplirá la profecía de Juan el Bautista, cuando decía: «Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego» (Mt 3,11).

    El bautismo de Jesús nos recuerda nuestro propio bautismo y tiene la misma significación:

    También para nosotros los cristianos el bautismo es un acontecimiento muy importante de nuestra vida cristiana, del que arranca toda la identidad y misión del auténtico discípulo y seguidor de Jesús.
    Por el bautismo el ser humano llega a ser hijo de Dios y miembro de su cuerpo que es la Iglesia, miembro de la gran familia de los hijos de Dios.

    También, como Cristo, el cristiano en el bautismo por medio de sus compromisos bautismales recibe una misión importante a hacer realidad en su vida: vivir como hijo de Dios y ser testigo ante el mundo,  ante los demás, de su filiación divina y de su pertenencia a la gran familia de los hijos de Dios que es la Iglesia.

    Lo mismo que en Cristo, en el momento del bautismo aparece el Espíritu Santo, también en nuestro bautismo recibimos el Espíritu Santo que nos unge y nos acompaña siempre a lo largo de nuestra vida en el cumplimiento de nuestra misión como hijos de Dios y como miembros de la Iglesia.

    El bautismo de Jesús y el recuerdo de nuestro bautismo nos urgen a que renovemos en nosotros los compromisos que adquirimos en nuestro propio bautismo

    La celebración de la fiesta del bautismo de Jesús nos recuerda y actualiza la realidad de nuestro bautismo. Nos recuerda nuestra identidad de hijos de Dios y nos llama a que revisemos cómo estamos viviendo esta realidad y esta identidad nuestra como hijos de Dios. Nos recuerda y llama a que revisemos los compromisos del bautismo y del cumplimiento de nuestra misión de ser testigos de Cristo y de la Iglesia donde quiera que estemos y en cualquier circunstancia que nos toque vivir.

    El bautismo de Jesús y el recuerdo de nuestro bautismo nos urgen a que renovemos en nosotros los compromisos que adquirimos en nuestro propio bautismo de vivir como verdaderos hijos de Dios y como miembros vivos y activos de la Iglesia.

    Vivamos esta celebración de hoy del bautismo de Jesús recordando y renovando nuestro propio bautismo y haciendo refrescar en nosotros los compromisos que adquirimos como bautizados de vivir desde la fe y de ser testigos de esa misma fe en medio del mundo y de la Iglesia para que podamos ayudar y estimular a otros en la vivencia y en el testimonio de dicha.

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