Natividad de san Juan Bautista

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    En este domingo 24 de junio celebramos la fiesta del nacimiento de san Juan Bautista.

    De san Juan Bautista el mismo Cristo decía que era el hombre más grande de todos los nacidos de mujer.
    Él fue elegido como el precursor de Cristo, el que con su testimonio, le había de anunciar a los hombres su llegada de forma inminente (Jn 1, 7), y llamó al pueblo a preparar sus vidas y sus corazones para recibirle y que creyeran en Él.

    Él fue el gran profeta, que anunció la llegada del salvador y luego lo señaló entre los hombres: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29).

    Él bautizó a Jesús en el río Jordán y anunció a todos que detrás de él venía quién había de bautizar con Espíritu Santo (Jn 1, 33).

    Toda su vida no fue sino un servicio al plan de Dios, hecho realidad en Jesucristo y que él anunció fielmente a todos los que esperaban la salvación, preparando el camino, anunciándolo como alguien que llegaba inminentemente, llamando a la conversión, explicando su identidad diciendo que él no era el Mesías (Jn 1, 21).
    Podríamos establecer una especie de parangón entre Juan el Bautista y nosotros, entre su misión y la nuestra, entre su identidad y la nuestra.

    También nosotros hemos sido elegidos por el Señor: «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé» (Jn 15, 16).

    Como Él, hemos sido elegidos para anunciar al Señor (Mt 18, 16-20). Hemos sido enviados a seguir la misión del mismo Cristo, haciendo llegar su mensaje salvador a todos los hombres de todos los tiempos. Él fue a anunciar que llega, nosotros a anunciar que ya vino, que murió y resucitó y nos llama a todos a creer en Él y convertir nuestra vida.

    Como Él, que señaló y mostró a Cristo presente entre ellos, «este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29), nosotros somos enviados a hacerle presente en medio del mundo actual por medio de su palabra y, especialmente, a través de nuestro testimonio de vida como seguidores suyos. Nuestro testimonio es la manifestación ante nuestros contemporáneos de que Cristo sigue presente, que no nos ha abandonado porque nosotros creemos en Él y seguimos su estilo de vida.

    Él llamo a cuantos esperaban a Jesús como salvador, a convertir sus corazones y sus vidas, nosotros en un mundo que ha perdido el sentido de Dios, en el que hay tanta gente indiferente a Dios y la fe en Él, somos enviados para llamarlos a todos encontrarse con Jesús, a que descubran en el Señor un Dios Padre que lo es y ama, a pesar de su indiferencia o pecado. Tenemos que hacerles esa llamada a volver, a responder a tanto amor suyo.

    Miremos el modelo de Juan como cumplidor de la misión que tenía e interpelémonos sobre cómo estamos cumpliendo nuestra misión por medio del anuncio de la Palabra de Dios a los hombres y, especialmente, por el anuncio de lo importante que es la fe en Jesucristo por medio de nuestro testimonio cristiano.
    Renovemos nuestro compromiso de respuesta positiva a la misión que el Señor nos ha encomendado y seamos, como Juan el Bautista, los que anunciamos hoy al Salvador, los que mostramos a los hombres del siglo XXI el amor que Dios nos tiene y lo que Él espera de todos nosotros.

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