La nueva evangelización y los laicos

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    Queridos diocesanos:

    Hoy quiero hablaros de la importante misión de los laicos en la tarea evangelizadora de toda la iglesia y en la tarea de hacer realidad la nueva evangelización en el mundo actual.

    El santo Juan Pablo II en su encíclica Novo millenio ineunte es el que llama la atención del cambio radical que se había producido en los países de la vieja Europa cristiana, que habían pasado de ser una sociedad cristiana basada explícitamente en los valores evangélicos a una sociedad en los que se habían perdido los valores morales y cristianos en los que había estado fundamentada.

    Ante esta realidad de cambios radicales y profundos, decía él, «hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés».

    Es a un mundo radicalmente nuevo al que hemos de proponer el evangelio con un nuevo ardor, con nuevos métodos y con nuevas expresiones, de tal manera que ayudemos a cada hombre a entrar en contacto con Cristo, a encontrarse con Él y que hagamos a la Iglesia apta para transmitir de forma comprensiva y persuasiva para el hombre de hoy, el evangelio de la salvación.

    En esta tarea de toda la Iglesia, los laicos de ninguna manera se pueden sentir al margen, como que la responsabilidad de la evangelización del mundo actual recayera solo en los pastores.

    Los laicos participan de la misión que el Señor ha confiado a toda la Iglesia, de llevar su mensaje salvador al corazón de los hombres para que se conviertan y se salven y son corresponsables de la misión recibida del Señor precisamente en virtud del sacerdocio real que recibimos todos en el bautismo, por el cual participan de la misión profética de Cristo con sus palabras, obras y testimonio de vida.

    Lo específico de la participación de los laicos en la evangelización consiste en hacer brillar la fuerza del evangelio en la vida cotidiana, en la vida familiar y social. Su capacidad y responsabilidad evangelizadora no deriva de la delegación por la jerarquía, sino directamente de Cristo y les ha sido comunicada por medio del bautismo y de la confirmación.

    Los laicos deben ser evangelizadores en la vida ordinaria de familia a la que deben evangelizar; de trabajo, en el que deben ser testigos de respeto por la dignidad de la persona; y en las relaciones sociales, en las que deben mostrar a Cristo presente en ellas y su convencimiento de la presencia y de la acción de Dios en todo momento.

    A esta tarea de hacer presente el espíritu de Cristo en la vida ordinaria, los laicos, al igual que los pastores, deben priorizar en la transmisión del mensaje evangélico la relación personal, el «tú a tú», «de persona a persona», que en un clima de amistad y a través del diálogo transmite al otro su propia experiencia de encuentro con el Señor y explica su propia experiencia del don de la fe recibido y lo que para él y para su vida significa.

    La tarea evangelizadora de la Iglesia depende, en gran parte, de la aportación y de la responsabilidad de los laicos, por eso todos debemos sentirnos implicados y nadie ausente ante la responsabilidad de esta misión evangelizadora del mundo actual. Los obispos españoles, en su exhortación pastoral «Cristianos laicos, iglesia en el mundo» (CLIN), terminan con una última frase muy significativa: «La nueva evangelización o se hace por los laicos o no se hará».

    Sintámonos todos implicados en esta misión evangelizadora uniendo a la palabra y al anuncio el testimonio y la coherencia de una vida cristiana auténtica, alimentada y fortalecida por la participación en los sacramentos que sostienen y alimentan nuestra vida cristiana.

    + Gerardo Listado completo de Cartas